Mi bagaje en el asfalto se reduce a dos medias maratones y a otros dos maratones. Las medias, creo recordar que en el 2006 y 2007, por aquel entonces no me apuntaba todavía las carreras en las que participaba. Y los maratones, de eso sí me acuerdo, en 2009 y 2010 ambos en Zaragoza.
Los de las medias, supongo que es lo habitual cuando uno comienza a correr y es de las primeras metas que nos proponemos, completar los 21 Kms. Y el maratón, algo parecido, el camino natural del runner. Los dos los preparé bastante a conciencia. El primero por aquello de hacer la mítica distancia una vez en la vida y finalizar lo más entero posible. El del 2010 ya con un objetivo serio de tiempo en mente. Preparado en poco más de un mes después de un verano de volumen. Con muchas series y rodajes a ritmos altos para coger ese punto de velocidad que muchas veces nos falta.
Y aunque dije que ya no más, haremos honor al dicho de "no hay dos sin tres" y me volveré a calzar de nuevo las zapas de asfalto. Esas que descansan tranquilamente en el armario y que sólo salen de él en contadas ocasiones. Esos dos pares que, al contrario que todos los demás, tienen una larga vida ya. Lo más parecido a esos coches que tienen bastantes años, pero pocos kilómetros y durmiendo siempre en el garaje. Del 2010 y 2011 son, casi nada.
Y de nuevo, aprovechando que las fechas son más propicias que las antiguas de noviembre, será en Zaragoza. Viendo los apuntes en Sportracks de las anteriores preparaciones, fueron con tiempo revuelto y ventoso. Noviembre, y sobre todo octubre, en Zaragoza suelen ser meses con días de cierzo, de esos de viento salvaje en los que salir a entrenar da por culo. Este septiembre que viene, de momento pinta bastante bien, por lo que en principio se pueden hacer unos entrenamientos programados y reglados.
¿Y por qué esta incursión en el asfalto? Bueno, realmente no son tanto las ganas de hacer un maratón como las de hacer algo diferente. Porque lo de estar tres horas y media corriendo sin parar no es que sea lo que más me emociona. Pero sí quería recuperar las sensaciones de volver a correr por una ciudad, de hacer unos entrenamientos diferentes, de preparar una carrera de una forma distinta a la de los últimos tres años. Correr con amigos, con gente, sentir un poquito el calor de una competición (aunque Zaragoza no es que sea precisamente una ciudad que se echa a la calle el día del maratón). En definitiva, cambiar el chip durante unas semanas.
Así que el 29 de septiembre me volveré a calzar esas zapas que esperan pacientemente su oportunidad en el armario.
Los de las medias, supongo que es lo habitual cuando uno comienza a correr y es de las primeras metas que nos proponemos, completar los 21 Kms. Y el maratón, algo parecido, el camino natural del runner. Los dos los preparé bastante a conciencia. El primero por aquello de hacer la mítica distancia una vez en la vida y finalizar lo más entero posible. El del 2010 ya con un objetivo serio de tiempo en mente. Preparado en poco más de un mes después de un verano de volumen. Con muchas series y rodajes a ritmos altos para coger ese punto de velocidad que muchas veces nos falta.
Y aunque dije que ya no más, haremos honor al dicho de "no hay dos sin tres" y me volveré a calzar de nuevo las zapas de asfalto. Esas que descansan tranquilamente en el armario y que sólo salen de él en contadas ocasiones. Esos dos pares que, al contrario que todos los demás, tienen una larga vida ya. Lo más parecido a esos coches que tienen bastantes años, pero pocos kilómetros y durmiendo siempre en el garaje. Del 2010 y 2011 son, casi nada.
Y de nuevo, aprovechando que las fechas son más propicias que las antiguas de noviembre, será en Zaragoza. Viendo los apuntes en Sportracks de las anteriores preparaciones, fueron con tiempo revuelto y ventoso. Noviembre, y sobre todo octubre, en Zaragoza suelen ser meses con días de cierzo, de esos de viento salvaje en los que salir a entrenar da por culo. Este septiembre que viene, de momento pinta bastante bien, por lo que en principio se pueden hacer unos entrenamientos programados y reglados.
¿Y por qué esta incursión en el asfalto? Bueno, realmente no son tanto las ganas de hacer un maratón como las de hacer algo diferente. Porque lo de estar tres horas y media corriendo sin parar no es que sea lo que más me emociona. Pero sí quería recuperar las sensaciones de volver a correr por una ciudad, de hacer unos entrenamientos diferentes, de preparar una carrera de una forma distinta a la de los últimos tres años. Correr con amigos, con gente, sentir un poquito el calor de una competición (aunque Zaragoza no es que sea precisamente una ciudad que se echa a la calle el día del maratón). En definitiva, cambiar el chip durante unas semanas.
Así que el 29 de septiembre me volveré a calzar esas zapas que esperan pacientemente su oportunidad en el armario.
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