Hay participaciones que, por algún motivo en especial, se quedan guardadas en un rinconcito de nuestros recuerdos de runners. Seguro que vosotros también tenéis algunas que recordáis por unos u otros motivos.
Una de las que para mi tienen un sabor especial es la de la Jorgeada del 2010. ¿Por qué? Porque fue mi bautismo en la larga distancia monoetapa. No había pasado de la distancia maratón, en verano nos íbamos a una 50 millas y había que empezar a ver qué se sentía corriendo tanto rato seguido. Recuerdo que el boom de la ultradistancia todavía no había comenzado y que solamente fuimos dos locos (Chema Sanz y yo) los que nos animamos a ir hasta Huesca a pata. Los corredores salían a la misma hora que los andarines, lo que significó ir solos toda la carrera. Sin avituallamientos y sin sabernos el recorrido, lo que se tradujo en un montón de pérdidas. Llegamos a Huesca, pero no por los caminos marcados. De hecho, menos mal que sabíamos dónde había que ir, porque en un terreno desconocido no quiero pensar dónde habríamos terminado.
¿Recuerdos de aquel primer contacto con la ultradistancia? El dolor de piernas a partir del k50, el pensar que aquello no se acababa nunca, lo lentos que pasaban los kilómetros, lo extraño que me resultaba andar en una carrera y los pensamientos de que esto no lo terminaba ni jarto de vino. Recuerdo sobre todo lo mal que lo pasé en la parte central del recorrido, entre el K35 y el K55, la recta interminable que lleva a Almudévar, el reflejo del frontal en los ojos de las ovejas... Pero también la irrepetible imagen de ver amanecer en mitad del campo y la sensación de llegar al final dolorido, pero satisfecho por el objetivo cumplido. Fueron 9h20' que definitivamente me engancharon a esto de la ultradistancia, sobre todo porque en todas esas horas me dio tiempo de muchísimas cosas. De conocerse a uno mismo y de saborear cada kilómetro, solo tú y tus pensamientos.
El próximo lunes, a medianoche en la Plaza del Pilar, un año más pondremos rumbo a Huesca.
Una de las que para mi tienen un sabor especial es la de la Jorgeada del 2010. ¿Por qué? Porque fue mi bautismo en la larga distancia monoetapa. No había pasado de la distancia maratón, en verano nos íbamos a una 50 millas y había que empezar a ver qué se sentía corriendo tanto rato seguido. Recuerdo que el boom de la ultradistancia todavía no había comenzado y que solamente fuimos dos locos (Chema Sanz y yo) los que nos animamos a ir hasta Huesca a pata. Los corredores salían a la misma hora que los andarines, lo que significó ir solos toda la carrera. Sin avituallamientos y sin sabernos el recorrido, lo que se tradujo en un montón de pérdidas. Llegamos a Huesca, pero no por los caminos marcados. De hecho, menos mal que sabíamos dónde había que ir, porque en un terreno desconocido no quiero pensar dónde habríamos terminado.
¿Recuerdos de aquel primer contacto con la ultradistancia? El dolor de piernas a partir del k50, el pensar que aquello no se acababa nunca, lo lentos que pasaban los kilómetros, lo extraño que me resultaba andar en una carrera y los pensamientos de que esto no lo terminaba ni jarto de vino. Recuerdo sobre todo lo mal que lo pasé en la parte central del recorrido, entre el K35 y el K55, la recta interminable que lleva a Almudévar, el reflejo del frontal en los ojos de las ovejas... Pero también la irrepetible imagen de ver amanecer en mitad del campo y la sensación de llegar al final dolorido, pero satisfecho por el objetivo cumplido. Fueron 9h20' que definitivamente me engancharon a esto de la ultradistancia, sobre todo porque en todas esas horas me dio tiempo de muchísimas cosas. De conocerse a uno mismo y de saborear cada kilómetro, solo tú y tus pensamientos.
El próximo lunes, a medianoche en la Plaza del Pilar, un año más pondremos rumbo a Huesca.
El de hoy, entrenamiento mediorápido por asfalto, que no me ha venido bien para descansar un poquito las articulaciones. 14,2 millas en 1h45'. Sesión totalmente plana excepto la subida y bajada a La Muela.
EQU: Nike Lunar Glide / Camiseta Altus Tahiti / Pantalón Kalenji
Yo también la recuerdo muy gratamente.
ResponderEliminarY este año, ahí estaré amor