Carrera del Ebro. Race Report. No estamos tan mal.


30 Kms y 450 mts positivos no son en principio unos números que asusten. La previsión meteorológica que se esperaba para el domingo sí. Y los ritmos a los que se acostumbra a mover la Carrera del Ebro, también. Y es que las 24 horas seguidas de lluvia el día anterior no auguraban nada bueno para lo que nos íbamos a encontrar en el campo de maniobras. Claro que lo bueno de ir preparado para rebozarte en el barro como una croqueta es que, una vez allí, siempre te queda la sensación de que no era para tanto.

Salvo en zonas puntuales no había tanto barro como creíamos, aunque soplaba el cierzo se podía soportar, frío sólo hizo antes de la salida y los treinta kilómetros se solventaron bastante mejor de lo que pensaba.


La Carrera del Ebro son tres pruebas en una. Diez primeros kilómetros de constante ascenso, nada complicado que pica continuamente hacia arriba, la parte central con unos cuantos toboganes que te impiden mantener un buen ritmo y, finalmente, los kilómetros llanos finales en los que, como suele ser habitual, el viento da de culo y te empuja a ir más rápido de lo que las fuerzas te dejan. La de este año no fue muy distinta de otros.

Salida rápida, dando la vuelta a la pista de atletismo de CAD para enseguida poner rumbo hacia Juslibol. Los primeros kilómetros de tierra denotan las lluvias del fin de semana, algo de barro, incómodo a veces pero no insalvable. Ritmos por debajo de 5' al principio, un poquito por encima después para picar los primeros 10k en 50:55. Algo más de subida y el primer descenso continuado que, aunque frenado por el fuerte cierzo de cara, permite dar una alegría a las piernas hasta que comienza la parte de los toboganes. Cuatro subidas cortas pero potentes, que se pueden subir corriendo, pero que yo las hago andando :). Las piernas empiezan a acusar correr tan deprisa y es mejor dosificar un poco. A pesar de todo salvo esta parte de manera bastante decente, picando el k20 en 1h44', buscando el último empujón de subida para enfocar ya hacia el llano. 


Quedan dos kilómetros de ascenso, un poco de subebaja, salir del campo de maniobras y afrontar el vertiginoso descenso que, tras la última subida de la culebrilla y posterior descenso deja en el k25 y el comienzo del tramo de llano. Esos kilómetros finales que pasan rápido si vas bien y se estiran como el chicle si estás sufriendo. En mi caso ayer, ni una cosa ni otra. Pasaron lo mejor posible, más positivamente que negativamente, para llegar de nuevo al CAD 2h31' después de la salida completando otra Carrera del Ebro más, la octava.


Antes de tomar la salida decía que me iría contento si no me iba muy por encima de las 2h45'. Casi dos años de ritmos trotones por la montaña no avecinaban nada mucho mejor. El tiempo de meta dice que, oye, no estamos tan mal.

Una décima edición de la Carrera del Ebro, que desgraciadamente será recordada por el fallecimiento de un participante durante la prueba. Descanse en paz.






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