Alrededor de mil quinientas entradas después ha llegado la hora de decir adiós. O quizás hasta luego, pero sí de tomarme un largo respiro. El tiempo suficiente para ver las cosas desde otra perspectiva.
Dice un muy buen amigo que los blogs tienen fecha de caducidad. No aparece marcada en la tapa como en los yogures. Simplemente llega un día en el que no hay nada que contar. O, dándole la vuelta, que no todos los días hay cosas que contar.
Como decían en los dibujos de la tele, esto es todo amigos. Gracias a tod@s los que a lo largo de estos cinco años habéis estado presentes en algún momento en el proyecto Almasyrunner que, tal y como estaba planteado hasta ahora, pasa a mejor vida.
Seguiré entrenando todos los mediodías, pero el señor Almasy se coge unas largas vacaciones. En cambio, seguro que al señor Alfonso lo veis en algunas carreras. No serán tan largas pero apuesto a que recuperaré las ganas de disfrutar y pasarlo bien. Sin contar batallas, sin radiar lo que hago.
Como si de un reloj que pudiera echar las manillas hacia atrás, retrocedemos cinco años en el tiempo.
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