En los últimos años, algo que es fantástico para nuestro deporte, nos hemos acostumbrado a ver cómo las mujeres aparecen en las primeras posiciones de la clasificación scratch de los ultratrails. Cuanto mayor es la distancia de la prueba, las diferencias entre los sexos se acortan. Y conforme avanzan los tiempos, sucede lo mismo.
Ann Trason, Tim Twietmeter y la Western States 100 de 1995 están indisolublemente unidos a la posibilidad de la victoria de una mujer en una gran ultra. Trason no llegó a conseguirlo, pero en sus 14 victorias en WS100 fue segunda scratch en dos ocasiones y tercera en otras tres.
En su día Nuria Picas logró la victoria en Emmona, Caroline Chaverot realizó el pasado julio una espectacular Hardrock 100 o 2n 2002 ya hubo una vencedora femenina en la mítica Badwater. Todas ellas con un denominador común: pruebas con un kilometraje considerable.
En su día Nuria Picas logró la victoria en Emmona, Caroline Chaverot realizó el pasado julio una espectacular Hardrock 100 o 2n 2002 ya hubo una vencedora femenina en la mítica Badwater. Todas ellas con un denominador común: pruebas con un kilometraje considerable.
Hace escasamente un mes, el fin de semana del quince de octubre, se disputó la Moab 240, una prueba non stop de casi 385 kilómetros en Utah. La primera clasificada en la Moab 240 fue una mujer, Courtney Dauwalter, con un adelanto de diez horas sobre el segundo clasificado demostrando que cuanto más se alarga la distancia de un ultra, menos diferencia hay entre los sexos.
Courtney Dauwalter no es una corredora cualquiera. En 2016 se llevó la Run Rabbit Run y la Javelina Hundred por ejemplo, ambas con récord, y este año había batido el récord femenido estadounidense de 24 horas con 155 millas. La de Moab sí es su primera victoria absoluta.
¿Realmente es tan complicado que una mujer pueda vencer en una competición de larga (muy larga) distancia? Si nos atenemos a los resultados, obviamente la respuesta es que sí. Si miramos un poco más allá, no debería ser tan extraño.
La respuesta se encuentra tanto a nivel físico como sicológico. Las diferencias físicas entre hombres y mujeres hacen que el cuerpo de ellas tenga una composición más favorable a la larga distancia. Factores como el peso (normalmente menor que el de ellos) hacen que la energía necesaria para mover el cuerpo sea mejor al igual que el porcentaje de grasa, que es más elevado en las mujeres y que permite que puedan tirar más de reservas en los momentos en los que el cuerpo está ya muy tocado. Hablando de mentalidad, las mujeres también tienden a ser más fuertes, lo que siempre es un plus en una competición muy larga.
El resultado de Courtney Dauwalter en Moab 240 no deja de ser, de momento, una excepción a lo habitual. Sin embargo, es algo que cada vez será más frecuente y no es de extrañar que en poco tiempo veamos a una mujer vencer en una de las grandes del calendario.
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