Aunque no llegue al nivel de un ultra en el que pasas del cielo al infierno varias veces, seis horas en la montaña dan para mucho. Y si es en una carrera como la Puyada Oturia, más. Tanto como para pasar por todas las fases que puede experimentar un corredor, incluyendo una resurreción final.
Fase 1. Confianza.
Quedarte dormido la noche anterior a una carrera sin haber puesto el despertador y despertarte cuando toca. Eso mola, significa que estás tranquilo y que la cosa, en principio, no tiene porque ir mal.
Fase 2. Vamos a ver cómo estamos.
Oturia es Oturia y a pesar que, con esta, han sido seis veces las que la he corrido, tiene un algo que la hace diferente cada vez y, sobre todo, dura. Muy dura. Al principio, en medio y al final. Con lo cual, vamos a hacer la salida tranquila y, entre que subimos y bajamos a Santa Engracia decidimos. Y mira, parece que hoy el día está bueno para correr y, además, yo estoy de dulce. Me siento a a gusto, subo bien y bajo no demasiado mal. Vamos a apretar un poco a ver qué pasa. Km. 10, 1h15'.
Pic: Monrasin |
Fase 3. Soy el puto amo.
De Osán a la cima de Oturia hay unos 10 Kms, con mil metros de desnivel, pero 10 Kms al fin y al cabo, que voy salvando con facilidad y sin descanso. Oye, que me estoy gustando y que esto tiene muy buena pinta. Va un descansito en el falso llano de Santa Orosia, la subida final y luego ya todo para abajo. Vámonos.
Fase 4. La ostia.
Picar en Santa Oria, k17, en 2h32', cuando la idea llegar a Oturia en menos de tres horas, significa que igual no iba tan bien. En fin, ahora ya no hay remedio. La subida final es potente pero corta, más sencilla que la anterior y luego ya sí los 18k finales son favorables. Chufa en 3h10' y para abajo, primero en un descenso muy vertical y luego ya por sendero pestoso con mucha piedra. Mal asunto, las piernas dueles y no me siento tan bien como subiendo. Es lo que hay.
Fase 5. Activemos el modo supervivencia.
En todas las carreras hay un momento en el que toca apretar el botón rojo de alarma, el de emergencia, y activar el modo superviviencia. Desde un rato antes de llegar a Satué yo ya lo había pulsado, y la luz se mantuvo encendida hasta el 32. Unos ocho kilómetros penando por caminos entre piedras y cruces de río. K32, 5h.
Pic: Monrasin |
Fase 6. La de la piedra de la resurrección.
Sentarte en una piedra a la sombra en el último avituallamiento con tres vasos de Coca Cola y tres de agua. Bebértelos tranquilamente. Descansar un rato. Levantarte y empezar a correr de nuevo como si no llevaras cinco horas en las piernas y que la última subida, esa que siempre se atraganta, se te haga corta. Cosas que pasan, ver cómo te recuperas de repente y pensar qué es lo que ha hecho tu cuerpo para que eso pase.
Fase 7. La de la honrilla personal.
Vale, la cosa no ha ido como pensaba esta mañana y no rondaré las cinco horas, pero ya que quedan sólo tres kilómetros aprieta un poco los dientes y por lo menos baja de las seis horas, que no se diga que no lo has intentado.
Meta. 5h54'. Oturia es Oturia, nunca defrauda.
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