Uno de los
factores que más influyen en el desarrollo de una carrera de montaña es la
meteorología. Puede convertir un perfil complicado en una mañana agradable o
transformar en infernal la prueba más amable. Un sol radiante, sólo unos
cientos de metros más arriba, es posible que sea sólo un recuerdo.
El sábado por
la mañana la temperatura que nos acompañaba en Oza y el sol que comenzaba a
aparecer entre la bruma avecinaba una jornada espléndida. Nada hacía presagiar
que unos minutos antes de la salida la Organización de la Marcha de los Tres
Ibones nos informaba que, debido a las condiciones en las zonas altas y, sobre
todo, en la parte francesa obligaban a modificar y acortar el trazado de la
prueba. Los tres ibones se quedaban en uno, Acherito, más un recorrido por la
zona de Guarrinza y la pista que lleva a Aguas Tuertas. En total, alrededor de
treinta kilómetros. Arlet y Estanés tendrían que esperar al 2017 o a cualquier
fin de semana del verano en el que las condiciones acompañen.
Con alrededor
de sesenta participantes en la distancia de los tres ibones y unos 120 en total
en la suma de las tres, poco después de las siete y media de la mañana se dio
la salida a un ritmo tranquilo pero, creo, daba la sensación en general que
bastante más alegre que si el recorrido hubiera sido el original. Tras unos
tres kilómetros de pista, poco antes de llegar a la casa de la Mina, comienza
la ascensión al Ibón de Acherito, el único lago que existe en la cabecera del
río Aragón Subordán. Entre pastos, sendas de montaña bien marcadas y cruces de
riachuelos vamos ganando altura a la vez que la meteo se va complicando. Si
bien no hace frío, cada vez está más cerrado y la niebla y la bruma se hacen
patentes. Un ascenso que no es en absoluto exigente, que permite correr en muchos
momentos, que salva unos setecientos metros de desnivel en siete kilómetros de
subida.
El bajo número
de participantes hace que la práctica totalidad de ascenso, y también la
totalidad de la Marcha, la haga en solitario, llegando al Ibón en 1h35', momento
en el que las condiciones son peores. Aquí sí ya con algo de frío y mucha
niebla y bruma. A pesar de que la prueba no está marcada, la Organización sí lo
ha hecho en los puntos más complicados, por lo que la posibilidad de perderse
es casi nula.
Un descenso
vertiginoso al principio, con algún punto complicado nos lleva hasta el parking
de Guarrinza, Km. 15 y 2h14' donde comenzamos la segunda parte del
recorrido, el tramo modificado que consiste en llegar hasta el Puente de los
Gitanos por la margen derecha del Aragón Subordán para, tras cruzarlo, volver
por la pista que lleva a Aguas Tuertas. La parte de ida, en absoluto
complicada, se hace larga y pesada por la constante pendiente y la ausencia de
senda marcada en muchos tramos, territorio de vacas y caballos. Son alrededor
cinco kilómetros en suave pendiente ascendente, la suficiente para no resultar
incómoda pero sí para no hacerla corriendo todo el tiempo. Después de cruzar el
puente, 3h12', los mismo cinco kilómetros por pista forestal y en descenso se
hacen fáciles y rápidos.
Tras dejar de
nuevo al lado derecho la Casa de La Mina y hacer de vuelta los kilómetros del
comienzo, completamos la prueba en 3h59. No ha ido mal la cosa.
Muchas veces
escuchamos comentarios negativos sobre las organizaciones cuando suspenden o
acortan carreras. Siempre es complicado tomar decisiones así. El sábado no se
escuchó ninguna voz en cuestionando la decisión de los Organización, lo que
dice mucho de los corredores estaban inscritos. La Organización estuvo impecable,
gestionando bien la situación, proponiendo el recorrido alternativo y colocando
voluntarios en todos los puntos conflictivos. Una marcha para repetir, si el
tiempo no lo impide.
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