Maratón Alpino Madrileño







Curiosamente, antes de estas carreras complicadas, siempre me viene a la cabeza la frase de Juanito, el jugador del Real Madrid, de que “90 minuti en el Bernabeu son molto longo”. Extrapolado aquí, 42 kilómetros por la montaña pueden hacerse muy largos si no regulas bien desde el principio, si no te mentalizas de lo que te espera. Con esas palabras en la cabeza y con un miniplano del perfil en la muñeca, pasé por el arco de salida manteniendo un ritmo cómodo, quizás algo reservón, pero animándome conforme avanzaban los kilómetros, ya que me encontraba muy bien y las piernas respondían el 100%. 7 Kms de sendero y bosque con los pies ya mojados por los pasos de riachuelos (¿para qué cruzas por las piedras?) hasta que llegamos a Navacerrada. Aquí la niebla nos envuelve, pero no llega a hacer frío del todo, y empieza la ascensión a la Bola. Dura, dura de cojones, pero con un buen ritmo de trantran, supero los 500 mts de desnivel y llego en 1h26’. No está nada mal, pienso. Primer Powergel, agua, y descenso hacia cotos. Como es habitual en mi, hago la risa bajando, aunque es verdad que no es tan técnico como pensaba y respondo bastante bien. Ya casi llegando a Cotos sale a mi encuentro el gran Ser13gio. Por fin lo conozco en persona, ya tenía ganas y me acompañará unos cuantos kilómetros, aunque ahora mismo ya ni me acuerdo dónde lo perdí de vista.

Empieza la subida a Peñalara. Primero por un tramo de sendero que permite correr a ratos, hasta que se llega a la parte de montaña pelada. Aquí la niebla lo envuelve todo. Se ven las sombras de los corredores por delante. Ciertamente me parece espectacular. Sigo yendo cómodo, aunque en un momento dato me animo más de la cuenta y me voy al suelo (sí, subiendo, valiente torpe). Golpe en la rodilla y el brazo que afortunadamente no va a más. Aquí no se puede perder la concentración ni un segundo. La niebla sigue envolviendo todo, lo que en cierto modo es un alivio, ya que no se ve el final del ascenso ni lo que nos falta. Al final toco chufa en Peñalara en 2h40’. Toca bajar, con muchísimo cuidado por la zona de piedras y más ligero ya por la pista y el sendero hasta el descenso hasta Cotos. Me voy animando por momentos, pues esto pinta bastante bien. No tengo síntomas de cansancio, pero en el avituallamiento me tomo mi tiempo, segundo Powergel y para adelante. Estamos en el k24, y tras otros 3 de senderos y bosque comienza la temida subida a Cabezas.


Mucho me habían hablado y había leído de esta subida. Y todo se queda corto. Una pared infernal, de rocas imposibles al principio, sendero en zigzag después donde a veces daba un pasito adelante y dos para atrás. Me entra el pajarón del siglo. No hay manera de avanzar, incluso alguien me pregunta si estoy bien. Consigo no pararme en ningún momento, pasitos cortos, despacio, pero avanzando. 28’ el primer kilómetro de ascenso. Uffffffff, esto no se acaba nunca, y cuando parece que corono cima, queda el tramo infernal de cresteo. Me da la sensación de estar avanzando por el rompeolas de un puerto de mar. Y el mar de piedras no se acaba nunca. El segundo kilómetro se me va a 24’. Por fin empiezo a bajar, aunque tampoco está el camino para tirar cohetes. Saco mi planito y veo que ya queda lo fácil. Ascenso tendido por camino corrible y, por fin, segundo ascenso a la Bola del Mundo, donde llego en 5h15’. Desde aquí ya es todo descenso. Incluso el día se ha abierto y permite ver el paisaje espectacular.



A todo esto, en el último ascenso el isquiotibial derecho se ha declarado en guerra y empieza a doler. En la bajada a Navacerrada me molesta de verdad, cojeando un poquillo. No me queda más remedio que estirar en el avituallamiento, darme un masaje con Reflex y pedir que no vaya a más. Sólo quedan 8 Kms de descenso, por el mismo camino de la ida, donde se puede correr, y ahora que he llegado hasta aquí no es momento de joderla. No obstante, un ibuprofeno en el bolsillo está preparado por si la cosa va a mayores, aunque no hará falta. El réflex me ha hecho efecto y me permite disfrutar del tramo final. Incluso hace algo de calorcito. Por fin llega ese mágico momento de las carreras de montaña en el que el sonido de la megafonía nos dice que estamos cerca, muy cerca de meta. Tanto, que termino en 6h06’.



He sobrevivido al MAM. Lo he disfrutado muchísimo. Lo he sufrido mucho en el tramo de Cabezas, pero el balance es claramente positivo. Una auténtica carrera de montaña, larga y dura como tienen que ser estas carreras. A modo de curiosidad, he ido más rápido aquí, 7’/Km, que en Oturia hace quince días, 8’/Km, siendo Oturia una carrera en la que se corre mucho más. La clara diferencia entre un día en el que las piernas no van y otro en el que sí.

Muchísimas gracias a los organizadores por poner a nuestra disposición esta prueba. Perfectamente organizada y marcada. Gracias a Mina, a Mercedes, por hacernos sentir como en casa. A Amalio por venir a verme el sábado, a Ser13gio por acercarte a compartir unos cuantos kilómetros y a Valentín por conocernos.

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