La Senda de Camille era una de esas rutas escritas en la lista de tareas pendientes desde hace años. ¿Cuántos? Muchos, más de diez. Entraba en la web, miraba, hacía tramos sueltos pero no daba el paso de embarcarme en la travesía completa. Fue en el 2019 cuando empecé a pensar que llegaba el momento, en una época en la que dejaron de motivarme tanto las carreras con dorsal y más los retos personales. Aquel año completé la Ruta de la Insurrección de los Valles, de Jaca a Ansó, el pasado el HomeToSummitToHome, una ruta circular comenzando y terminando en Jasa y en primavera decidí que este agosto sería el elegido para intentar La Senda de Camille. Una aventura prevista en soltario pero a la que se unieron David Sánchez Haro, Albert Torrent e Iván Palero.
Una de las cosas que tenía claras del intento en #MiSendaDeCamille era que tenía que ser un objetivo complicado, algo que, cuando lo comenzara, no supiera si lo iba a conseguir terminar. La ruta originalmente se suele hacer en seis etapas, hay quien la ha hecho non stop en un día, y yo consideraba que marcarme el reto de dos días era lo suficientemete complicado y exigente para mi. Así fue, tomando como punto de partida y llegada el Reugio de Gabardito y durmiendo en Francia, en el cámping de Lescún. Esto daba dos etapas de unos 45 kilómetros y 2500 metros positivos cada una, modificando el recorrido para no llegar a Somport y, en su lugar, bordear el ibón de Estanés.
El 18 y 19 de agosto fueron finalmente las fechas elegidas y el miércoles, pasadas las siete de la mañana nos poníamos en marcha en Gabardito, avanzando el sentido horario y sin un objetivo de tiempo en mente, más allá de llegar a Lescún antes de las 19:30, la hora de la cena en el refugio del cámping :).
Lizara es el primer refugio. Algo menos de diez kilómetros, atravesando el Collado de Foratón a los pies del Bisaurín, que completamos en 2h05'. Sellamos y rellenamos agua incluyendo un bidón adicional, y es que de aquí a Arlet nos separán 23 kilómetros en los que no es seguro que podamos encontrar agua. Para mi, quizás porque es la que más conozco, la parte más espectacular, con el paso de Vernera, atravesar el Valle de los Sarrios y llegar al Ibón de Estanés, en 4h10' y 18 kilómetros de senda con las fuerzas todavía intactas a pesar del calor que comienza a apretar.
Aquí es donde realizamos la principal variación en el recorrido, necesaria para completarla en dos días. No llegaremos a Somport y bordearemos Estanés hasta cruzar la frontera, adentrarnos en Francia y comenzar el camino que nos llevará hasta Arlet. No excesivamente duro pero sí largo, por pista primero y luego buenos senderos en los que los kilómetros caen con facilidad aunque el refugio nunca llega. Por fin, justo cuando el Suunto 9 Baro marca 7h15' horas de actividad, y 31 kilómetros después, realizamos la parada en Arlet. Allí comemos y descansamos durante unos 45' para afrontar la parte final del día, los alrededor de 18 kilómetros que nos separan de Lescún, muy favorables sobre el papel.
Un perfil que no engaña, con dos partes muy diferencidas. Los primeros nueve kilómetros prácticamente en paralelo a la linea fronteriza, siguiendo el camino del Puerto del Palo. Un ascenso largo, muy largo, pero sostenido en el que mantenemos un ritmo constante que nos hace superarlo con menor dificultad de la esperada hasta coronarlo y ver, entre la niebla y diez kilómetros a lo lejos, el pueblo de Lescún, punto final de esta primera etapa.
Diez kilómetros ininterrumpidos de descenso donde el cansancio comienza a notarse, primero por pedreras complicadas para dar paso después a pistas entre bosques y finalmente unos kilómetros de carretera que nos dejan en el Camping de Lescún, punto final de esta primera etapa, donde llegamos después de 48,5 kilómetros, 11h35' de carrera y 2.300 metros de desnivel positivo. Es hora de descansar, reponer y recuperar fuerzas para la etapa de mañana.
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