Empiezo por el principio, que es que descubrí a Rocky tarde. Tanto como hace unos doce años, cuando se estrenó la última de la saga, Rocky Balboa. Hasta entonces había visto alguna de pasada en la televisión y, aparte de Iván Drago no recordaba mucho más. Para mi no eran más que películas de mamporros... hasta que fui al cine a ver Rocky Balboa.
Sí, empecé la casa por el tejado, por la última película, en la que te pierdes un poco pero que permite conocer al personaje, que es al final de lo que trata este post. Porque Rocky no es un boxeador. Bueno, sí, pero es más que un boxeador y las películas de Rocky son más que películas de boxeo. Son lecciones de vida.
Una persona normal, que llega hasta lo más alto a base sólo de un ingrediente: esfuerzo. Que se levanta una y otra vez cada vez que cae.
Un ejemplo y un chute de motivación. Una de sus películas, preferiblemente una de las dos primeras o la última, para mi la que tiene el final más inspirador, son fijas la noche antes de una carrera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario