Si tuviera que ubicar la belleza natural en algún lugar, sería sin dudas en el Tahoe. Un lago de aguas cristalinas impresionante rodeado de cumbres de más de 3000 metros todavía con nieve en el mes de julio.
El viaje hasta allí fue largo. Prácticamente 17 horas entre aviones, aeropuertos y traslados. Así que llegamos a Carson City el miércoles por la noche, 2 días antes de la carrera, que aprovechamos para reconocer un poquito el terreno y asistir a la bienvenida a los corredores del jueves por la tarde. Pizzas, cerveza y un muy ambiente, de momento poco o nada competitivo nos dieron la bienvenida a las carreras en USA. Del terreno, me sorprendió algo la arena que se veía por los caminos. No la esperaba, pero tampoco pensaba que sería mucha. A todo esto, las piernas las notaba muy pesadas del viaje.
El día de la carrera amanecemos a las 3h45’. Amanecer por decir algo, porque es noche cerrada. La salida es a las 6h00, justo cuando amanece, en Spooner Lake. El buen ambiente sigue reinando. Unos grandes focos iluminan la zona de salida y la organización ha dispuesto de café y bollos para corredores y acompañantes. Muchos corredores llevan polainas, lo que me mosquea un poco. ¿Tanta arena habrá? No creo, pienso. Estamos en la montaña, a más de 2000 metros de altitud… Finalmente he decidido salir con mochila en la espalda portando lo básico: dos pares más de calcetines, geles y dos bidones de mano vacíos por si son necesarios, ya que hay bastante distancia entre los avituallamientos y puede que necesite cargar agua. También llevo una nota con los pasos y los avituallamientos en kilómetros y en millas. Esto mismo pero con el perfil me fue muy útil en el MAM.
La salida es tranquila, mientras la niebla que sale de Spooner nos envuelve, no parece que los ritmos sean muy vivos, aunque a mi me cuesta empezar. Las piernas pesan y no me noto fresco. A todo esto, la arena sí es abundante y a ratos llega a cubrir el pie entero. Buena elección hubieran sido las polainas, pero ahora ya no hay remedio y ya me cambiaré de calcetines por el camino. Comenzamos un tendido ascenso de siete kilómetros por sendas hacia Marlette Lake. Algo no funciona, porque las piernas siguen sin ir e incluso comienzan los dolores musculares, que con 70 Kms por delante es algo preocupante. Busco un ritmo cómodo, me concentro en admirar el paisaje y sigo para adelante. Las ganas que tengo y las charlas con otros corredores me hacen muy ameno el recorrido. En el k10 llegamos al primer avituallamiento, donde cae el primer gel y donde ya tengo muy claro que la carrera se me va a hacer muuuuuuuuuuuuuy larga. El tiempo no es malo (1h05) en un terreno de constante ascenso pero las sensaciones no.
El tramo de descenso es espectacular. Sendas y curvas de 180º entre inmensos bloques de piedra granítica me llevan al k20 (2h04) y al segundo avituallamiento. Aquí tengo que parar un buen rato a recuperarme de los dolores musculares y abdominales que empiezan a ser fuertes. De este punto sale un bucle de 11 Kms que vuelve hasta aquí para a continuación desdoblar la carrera de las 50M y de los 50 Kms. Mientras hago el bucle maduro la idea de hacer el downgrade. Parece que esta decisión me da alas, puesto que paso el k30 en 3h16’ a pesar de ser el tramo más complicado de todo el recorrido (k29 en 12’17 y k30 en 11’20). A partir del 30 se vuelve por el mismo camino. Me tomo dos ibuprofenos para mitigar un poquito el dolor y consigo coger un buen ritmo, que no es bueno, pero que por lo menos es constante. Me ayuda también que recuerdo el terreno por el que he pasado. Empiezo a pasar muchísima sed. Saco los bidones del camel y empiezo a correr con ellos. Llego al k40 en 4h46’. El tramo que queda ya es sencillo. Descender lo ascendido al principio, apretar los dientes y llegar a meta. A pesar de que los tramos son fáciles, toca andar bastante, se hace muy largo el final y parece que no llega nunca.
Al final, 5h53’ y 7º puesto oficioso. Sinceramente, muy contento.
A pesar de lo que pueda parecer en un primer momento, desde el primer kilómetro tuve claro que no era el día. El coco sí que funcionaba, pero las piernas no. Hice un papel más que digno en los 50k y completar la experiencia con un buen sabor de boca.
¿Causas? Pienso que varias. La primera el viaje. A pesar de que contaba con ello y por eso llegué dos días antes de la carrera, no fueron suficientes. El dolor de piernas me acompañó desde que llegué hasta el día de la carrera. Y eso que no hice turismo de pateo e intenté descansar lo máximo posible. Bueno, eso entra dentro de lo normal. Lo que ya no es tan normal son los dolores en los rectos abdominales, que me lleva a la segunda causa, demasiados días de descanso antes de la prueba. Una semana entera sin rodar nada y casi diez días sin hacer abdominales, cuando normalmente hago del orden de 300 al día. Esa combinación me dejó el cuerpo demasiado descansado, sin la chispa necesaria para una competición de este tipo.
Por el contrario, la mente volvió a responder al 100% (y ya van unas cuantas veces este año, prueba superada). La experiencia es altamente recomendable. El ambiente es completamente distinto a los que estamos acostumbrados por aquí. Por lo menos a nivel medio como nosotros, mucho menos competitivo. Más enfocado a la superación personal y al buen rollo entre amigos. He disfrutado como nunca antes de una carrera con el ambiente, durante ella con el espectacular recorrido y la animación de los avituallamientos, y después saboreando el resultado. Vamos, que estoy deseando volver por allí. Será cuestión de empezar a mirar el calendario 2011.
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