La Puyada me ha dado dos lecciones relacionadas:
Lección 1: Que hayas corrido ultras no significa que una carrera corta la vayas a terminar con la punta del rabo.
Lección 2: Cuando vienen mal dadas hay que sufrir hasta el final.
Pero haber corrido ultras te da el punto de sufrimiento necesario para terminar.
Tras tres Puyadas anteriores tenía bastante clara la estrategia que tocaba este año aunque, jejeje, me equivoqué.
El sábado por la tarde cayó en Sabiñánigo lo que no está escrito. El cielo se cubrió por la tarde y empezó a descargar agua a mansalva, lo que anticipaba que el domingo tendríamos el terreno, no sé si complicadillo, pero sí resbaladizo. Dos apuntes curiosos de la entrega dorsales: me dieron el 4 (aunque no por élite :) sino por el orden de inscripción, que la hice antes de irme de vacaciones). Y la segunda anécdota, el dorsal era de tela y reutilizable. Osea, que hay que devolverlo al llegar a meta. Sobre todo curioso el que sea de tela. Yo que lo llevo con cinta de triatleta, me daba la sensación de llevar puesto un taparrabos.
Cada vez me cuesta más madrugar para las carreras. Este año me había malacostumbrado a las salidas a horas normales (12h30, 14h, 12h…) pero esta vez tocaba madrugar y a las 8:30 en punto se da salida con menos de cien corredores. Qué diferencia con ediciones anteriores, llegando a los 300 y creo que incluso más. Pues será que mi grado de torpeza se nota más entre menos gente, porque he sido el único que se ha comido un pilón de los que ponen en las calles para que no aparquen los coches. No habíamos recorrido ni quinientos metros, golpe en la rodilla y al suelo. Menos mal que estaba algo protegida por una almohada. La idea que llevaba en la cabeza era salir tranquilo hasta la cima de Oturia y a partir de allí apretar a tope hasta que duren las fuerzas. Del recorrido sólo cambia el principio por la obras de la autovía, y en cuando cruzamos el río empezamos el ascenso por senda hasta Santa Engracia. Al estar tan poquitos, el grupo se estira pronto y las unidades se desperdigan. Vamos, que haré la carrera prácticamente solo. Es algo que prefiero, sobre todo el los descensos, cuando me pone bastante nervioso llevar a gente pegada al culo.
Bueno, que me lío. La subida por senda bien, como siempre, con el terreno húmedo. El descenso no es muy complicado y no lo hago mal, aunque con algún sustillo con las piedras mojadas. Cruzo el río Basa, ya a la brava sin pasar por las piedras. Al revés que el año pasado, en el tramo llano voy bastante bien. Cruzo por la tubería y aquí ya el terreno empieza a empinarse. Primero hasta Osán, y desde aquí terreno de toboganes por recorrido de la Osan Cross Mountain hasta San Román. Me tomo el primer Powergel y comienza el espectáculo. Personalmente a mi me parece más duro el ascenso a Santa Orosia que el final a Oturia. Ritmo suave, pimpam, pimpam, guardando pero con la mosca detrás de la oreja porque las piernas no van también como otras veces. De hecho, miro el reloj y veo que llevo bastante retraso con el horario que había previsto. Me salen kilómetros de 14’, 13’… Se me hace la subida eterna. Menos mal que sé hasta donde llega, porque si fuera una carrera desconocida se hubiera hecho muuuuuuuuuy largo. La llegada al avituallamiento de Santa Orosia es una bendición, cuando ya iba muy justito. Unos buenos tragos de agua y los dos kilómetros de ascenso sostenido por pista, de vez en cuando sorteando vacas, me vienen de maravilla para reactivar las piernas y, sobre todo la mente. Al coger el desvío final al Pico Oturia miro el reloj y me marca 2h35, cuando otras veces es el tiempo que hago en cima. El ascenso final es por pastizal primero, piedra suelta después y hierba y cantos en la cresta. El primer tramo es el más vertical, duro y siendo el cresteo una subida más tendida. Toco chufa en 3h05’. Muchas precauciones y poca alegría en las piernas se traducen en llegar media hora tarde a donde había quedado :).
Tocaba ponerse las pilas e intentar bajar algo más ligero de lo habitual. Me tomo otro Powergel en la cima y me lanzo hacia abajo. Muy rápido el primer tramo por pastizales hasta el avituallamiento. Otro vaso de agua y ya, por sendas y pedreras, Satué. Son unos kilómetros que alternan sendas de tierra con piedra suelta, raíces, dos o tres cruces de río y pedregal final antes de entrar en Satué. Este trozo lo hago casi andand, es aquçi de donde tengo de recuerdo los puntos en la frente del 2007. A partir de este punto, k25, terminan los ascensos y descensos pronunciados. Todo lo que queda ya son pequeñas subidas y bajadas, toboganes y llaneo. Recuerdo que en Isún hay una fuente, a la que amorro. K28 último gel, Ipod en marcha y a correr lo que dé de sí el cuerpo. Dado lo que he estado guardando es bastante, y no me resulta difícil marcar kilómetros por debajo de 5’, con un ritmo bastante constante. Tan rápido que adelanto en este tiempo a cinco corredores que, sin exagerar, me llevarían más de 15’ al paso por la cima de Oturia. Segundo paso por Osan, último avituallamiento en el río y rumbo a Pirenarium, no sin antes hacer ese último ascenso a 3 kilómetros de meta que tanto se atraganta cuando no lo conoces. Se me hace menos largo que otras veces, desciendo de nuevo hacia el río y tras cruzarlo piso ya asfalto en Sabiñánigo, entrando en meta en 5h07’. En la clasificación por equipos hicimos cuartos.
El ganador de la porra ha sido Jorge Jariod. Pronosticó 5h05 y es el que más se acercó. Por cierto, es la segunda vez que acierta. En la porra del maratón de Zaragoza 2010 tamvién se llevó otro lote Altus.
¿Satisfecho o defraudado? ¿Exito o fracaso? ¿Dónde está la ínea que separa ambas sensaciones? Dos preguntas que parecen iguales pero no lo son. Sólo una vez, en el Sables del 2009 y con aquel bloqueo mental he sentido el fracaso en el cuerpo. El resto de carreras, y ya son unas cuantas, las califico de exitosas. En este calificativo dejo a un lado la clasificación o el tiempo que he realizado, puesto que lo que realmente me importa es lo que ha dado mi cuerpo. Si lo he dado todo, si he rendido al máximo y no he dejado en mis piernas ni una gota de esfuerzo contenido, entonces la participación habrá sido un éxito. Y sobre todo, disfrutar de lo que uno hace. Pasarlo bien incluso sufriendo, que al fin y al cabo es lo que hacemos. Porque si perdemos esa perspectiva de la diversión, entonces sí que hemos fracasado.
Otra cosa distinta es sentirse satisfecho. Respecto al domingo, evidentemente terminar más tarde de tus previsiones no te hace estar muy contento. Las causas están claras, y es una mezcla de falta de gasolina en las piernas y de error en la estrategia. Contra lo que podría pensar creo que la mejor opción, dado que no tenía buen día, hubiera sido apretar más en la primera mitad y tirar hasta que el cuerpo aguantara. En cambio, reservé y guardé mucho más de la cuenta (3 horas en cima es una auténtica barbaridad para lo que quería hacer). La prueba de ello es que los últimos 9 kilómetros me salieron rapidísimos. En fin, no son excusas, sino un análisis bastante sensato de lo que dieron de sí esas 5h. Lo más positivo, la fortaleza mental, aunque eso da para un post entero que colgaré otro día.
Y bueno, pues vamos a poner también una excusa o qué? Nunca se sabe pero seguramente, quizás, posiblemente... si no hubiera llovido tanto la tarde anterior y el terreno no hubiera estado tan húmedo, pues igual en los descensos habría perdido algún minutillo menos. Pero en fin, esto sí es una excusa :)
Este es el track de la carrera en Everytrail:
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