El comienzo de la preparación para una carrera de 200 millas de un amigo me ha recordado un post de hace cinco años. No por él, sobradamente preparado, más por la evolución de las distancias en los últimos tiempos, en los que hablar de participar en una doscientas millas no sorprende ya a nadie.
Hace unos años, en una charla a la que asistí de Carlos Ultrarun, decía que una carrera de cien millas no son cuatro maratones. Y no le faltaba razón. Es un maratón, otro maratón cuando has terminado el primero. Un tercero con dos ya en las piernas y un cuarto cuando ya has completado 126 kilómetros. Todo aquel que ha completado esa distancia sabe cómo terminan las piernas, por lo que pensar en completar otros cuatro después da idea de que es algo al alcance de sólo unos pocos elegidos. Y, sin embargo, las pruebas de doscientas millas comienzan a proliferar en el calendario.
Hubo un tiempo en que el maratón era la meta de todo corredor. Completar la mítica distancia de los 42,195 Kms era el sueño al que todos aspirábamos cuando nos calzábamos unas zapatillas. Un reto con mayúsculas, una distancia que no era ninguna broma. Han pasado los años y el maratón siguen siendo los mismos kilómetros, hacen falta unos cuantos meses para prepararlo como merece, se sigue sufriendo en el kilómetro 35 y las piernas duelen lo mismo al día siguiente. Parecía que no era suficiente, que necesitábamos más y aparecieron los 100k y las 100 millas... y también se quedaron cortas.
Pic: Naomi Plasterer |
¿Es así? ¿Terminar una 100 millas ya no es tan importante? ¿En qué queda entonces la distancia maratón? ¿Llaman más la atención las metas más altas? Ahora mismo parece que sí.
Las 200 millas molan mucho y el mundo ultra es apasionante. Quizás apasionante porque es lo que nos venden, pero en las imágenes épicas muchas veces se olvidan de mostrarnos el sufrimiento.
El maratón y las cien millas, cada una en su nivel, son y serán, uno de los retos más importantes al que se puede enfrentar un corredor en su vida. En un alto porcentaje, el mayor. Más todavía, ayudado por la mística que rodea a las más míticas de las distancias.
Continuemos valorándolas como se merecen.
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