El 2013 a nivel deportivo había sido bastante malo, especialmente los meses veraniegos. Las retiradas en el GTP primero y, sobre todo, en Leadville en agosto por la ausencia de motivación me hicieron replantearme muchas cosas y básicamente la manera de afrontar "esto del correr". La participación en el Maratón de Zaragoza me sirvió para volver a disfrutar de nuevo, liberarme de presiones y recuperar las sensaciones del correr por correr, buscando simplemente pasarlo bien.
El Ultra Trail Collserola era la manera de intentar cerrar el año desterrando definitivamente los malos pensamientos. Una carrera que me llamó desde que la presentaron y que estaba marcada en el calendario desde antes del verano. Una distancia que me gusta, un perfil blando (aunque luego en carrera se vio que no tanto como parecía), una forma de compatibilizar deporte y turismo y, sobre todo, ganas. Muchas ganas de participar desde que me inscribí y que aumentaron tras el maratón.
La preparación y los 42 Kms me vinieron muy bien. Me sirvieron para coger una buena base de fuerza, los entrenamientos durante el mes de octubre salían de maravilla pero todo se empezó a torcer el mismo 1 de noviembre. Una caída primero, sobrecargas en el bíceps y en los isquios después y, para rematar, un esguince en el ligamento lateral interno sólo diez días antes de ir a Barcelona. Semana y media para llegar a Collserola, de sesiones diarias de fisio agotando los plazos para ponerme en la línea de salida. Si o sí quería estar.
El dolor va y viene. De no poder apoyar siquiera el primer día a evolucionar poco a poco hasta que finalmente el viernes era sólo un runrun que estaba ahí. No molestaba al andar pero no sabía cómo respondería corriendo después de diez días de parón, ni tras horas de carrera ni, mucho menos, forzándola en subidas y bajadas.
Así que el viernes por la mañana nos fuimos para Barcelona. Con tantas dudas como motivación. Punto muy negro en la organización, la recogida de dorsales. Una hora de reloj en una larga fila no mola. Con alguna duda en la elección del material, sobre todo en las zapas y en la ropa de abrigo que ponerme dejamos todo preparado para el día siguiente. A última hora decido no salir con la térmica de manga larga sustituyéndola por una de manga corta y manguitos, sabiendo que a primer ahora tocará pasar algo de frío. Por una vez, la que estaba nerviosa era la que duerme a mi lado, que tenía por delante su primer trail.
La preparación y los 42 Kms me vinieron muy bien. Me sirvieron para coger una buena base de fuerza, los entrenamientos durante el mes de octubre salían de maravilla pero todo se empezó a torcer el mismo 1 de noviembre. Una caída primero, sobrecargas en el bíceps y en los isquios después y, para rematar, un esguince en el ligamento lateral interno sólo diez días antes de ir a Barcelona. Semana y media para llegar a Collserola, de sesiones diarias de fisio agotando los plazos para ponerme en la línea de salida. Si o sí quería estar.
El dolor va y viene. De no poder apoyar siquiera el primer día a evolucionar poco a poco hasta que finalmente el viernes era sólo un runrun que estaba ahí. No molestaba al andar pero no sabía cómo respondería corriendo después de diez días de parón, ni tras horas de carrera ni, mucho menos, forzándola en subidas y bajadas.
Así que el viernes por la mañana nos fuimos para Barcelona. Con tantas dudas como motivación. Punto muy negro en la organización, la recogida de dorsales. Una hora de reloj en una larga fila no mola. Con alguna duda en la elección del material, sobre todo en las zapas y en la ropa de abrigo que ponerme dejamos todo preparado para el día siguiente. A última hora decido no salir con la térmica de manga larga sustituyéndola por una de manga corta y manguitos, sabiendo que a primer ahora tocará pasar algo de frío. Por una vez, la que estaba nerviosa era la que duerme a mi lado, que tenía por delante su primer trail.
No me preguntéis cómo, no sé si os pasa también a vosotros, pero hay días en los que nada más despertarte y poner los pies en el suelo sabes que la carrera irá bien. Eso es lo que me sucedió el sábado. De nuevo, como hace dos meses el día anterior al maratón, estaba supertranquilo. Ni un ápice de nervios, ni siquiera un gusanillo en el estómago pensando que al día siguiente había que correr. Dormí perfectamente y por la mañana, desayunando en la habitación, me imaginaba los 74 Kms que tenía por delante pero pensando que lo iba a pasar bien. Sólo faltaba que la rodilla se portara bien.
A las siete de la mañana en punto se da la salida desde Can Caralleu. Previamente habíamos pasado el control de material que, como en casi todas las carrera, se limitaba a enseñar dos geles marcados y contestar afirmativamente que llevabas todo lo demás. Algo a pulir, no sólo aquí, sino en todas. Dos grados marcaban los termómetros, así que tocó colocarse el cortavientos por lo menos hasta el primer avituallamiento. A pesar de que comienza a amanecer, salgo con el frontal.
Nada más salir tenemos enfrente un muro de asfalto de un kilómetro al 10% de desnivel que nos lleva al primer tramo de pista con unas vistas espectaculares de Barcelona. No está mal para comenzar con fuerza. Tras apenas tres kilómetros de carrera me doy cuenta de que la cosa pinta bastante bien. La rodilla no da signos de dolor aparte de las pequeñas molestias y yo siempre he pensando que las sensaciones de los dos o tres primeros kilómetros te indican lo que va a pasar después en el resto. Si al principio la cosa va bien, seguramente el resto irá en el mismo sentido.
En cuanto dejamos la pista y nos metemos por la primera senda nos encontramos con lo que será la carrera durante la mayor parte del tiempo. Un continuo rompepiernas, subidas y bajadas no excesivamente largas pero que rompen constantemente el ritmo. Me gusta. Ninguna parte es excesivamente técnica dejando de lado las raíces y algún tramo de piedra suelta, por lo que se puede correr bastante bien. Eso sí, con mucho cuidado en los giros complicados para no castigar la rodilla.
Llego al primer control, Santa Creu D'Olorda completando los 11 Kms en 1h18'. Me siento bien. Hasta aquí era un poco ver las sensaciones que me transmitía el cuerpo. Visto que la cosa marcha por buen camino, que me siento bien y que de la rodilla ni me acuerdo, me pongo de acuerdo conmigo mismo en apretar el ritmo. Dicho y hecho, me coloco el Ipod que hasta ahora esperaba en la mochila. Casi 5 Kms de descenso continuado, ideales para ganar tiempo que llevan hasta la segunda subida fuerte del día, la que nos deja en el Puig Madrona, coronado poquito después del segundo contro. Es el K23,6 y llevo 2h42' de carrera.
En todas las pruebas creo que hay un punto clave, ese al que tienes que llegar entero para echar el resto después. En este caso era el K38. El ascenso más vertical y complicado del día, 5 Kms salvados con relativa facilidad pero en el que en el descenso se agregaron a la fiesta dos invitados inesperados, mis gemelos. Sorprendido porque normalmente no me dan problemas, si bien es verdad que durante la carrera no ingerí tantas sales como acostumbro. El kilómetro hasta el control de Vallvidriera (4h29' en 38 Kms). En los dos anteriores casi no había parado, aquí me tomo mi tiempo. Dos plátanos, gominolas, galletas, avellanas, sales en el camel y cocacola como si no hubiera mañana. Diez minutos sentado de parón que me vienen de maravilla.
Sentadito en Vallvidriera mirando el perfil me imaginaba unos kilómetros agradables hasta llegar al próximo avituallamiento en el 55. Pues no. Una subida de salida que, porque no decirlo, me viene bien para encontrar un ritmo bueno pero a la que le sigue un laaaaaaaaaaaaargo descenso por torrenteras y estrechas sendas en las que en ocasiones casi ni caben los pies. El ritmo sigue siendo majete y voy contento porque no me encuentro excesivamente cansado. Sé que llegando a Can Coll estará todo hecho. Muy mal se tendría que dar para que no fuera así. Pero cuesta llegar. Los gemelos ya los llevo a la altura del culo y de vez en cuando tengo que parar a estirar. Un buen chute de reflex en los gemelos, 6h41' y 20 Kms por delante. Venga, el último empujón.
¿El último empujón? Ese empieza de verdad a los 60 Kms. Son majetes los del UT Collserola y nos han dejado la subida más potente para el final. Siete kilómetros. El único tramo en el que a veces hay que utilizar las manos. Siete kilómetros con algún descansillo de esos que crees que has llegado hasta arriba pero no, todavía falta un poquito más. Y otro poco. Y otro más. Se hace largo, muy largo hasta que corono y desciendo de nuevo hacia el segundo paso por Vallvidriera. Tras 8h53' ya se huele la meta que está a menos de cinco kilómetros.
Ultimos kilómetros que se hacen eternos. La última subida que da paso a la bajada final, la más vertical y técnica de todo el recorrido pero con unas impresionantes vistas de Barcelona, que lleva directamente a la línea de meta, que cruzo tras 9h28' desde que comenzamos a correr a las 7 de la mañana.
A poco más de dos kilómetros me detuve a observar. Veía toda Barcelona, el mar, miraba hacia atrás y contemplaba por dónde había venido. Cruce la meta andando, saboreando cada uno de los últimos metros. Con los pelos de punta y muy contento. No por haber terminado el Ultra Trail Collserola, sino por todas las sensaciones que tuve en las nueve horas y media. Por haber dejado atrás ya definitivamente todos los fantasmas que se venían conmigo y por recordar el verdadero motivo por el que hacemos esto. Por nosotros y sólo por nosotros.
Enhorabuena Alfonso por ahuyentar a los fantasmas. Si te pasa como a mí, creo que los nervios propios desaparecen cuando haces algo junto a "la que duerme contigo", las preocupaciones propias pasan a segundo plano, te centras más en las suyas, y cuando intentas quitarle sus miedos los tuyos tb van desapareciendo. (vamos, pero esto solo lo que a mi me pasa)
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias Víctor!
EliminarEnhorabuena Alfonso por recuperar esas buenas sensaciones
ResponderEliminarSe agradece :)
EliminarQue grande! felicidades por la crónica y sobretodo por la gran carrera. Que te parece esta maravilloso parque que tenemos en Barcelona? pues le diste la vuelta tocando sus 9 municipios, jeje.
ResponderEliminarEnhorabuena! Una pena no haberte podido ver.
Felicidades también a Beatriz por haber acabado muy dignamente su primer trail!
Puedes leer mi crónica del ultra en:http://fanbike-fanrunner.blogspot.com.es/
Saludos!
Menuda carrera te pegaste! Me da que me pasaste como un cohete.
EliminarEnhorabuena!
Enhorabuena Alfonso y muy buena la crónica.
ResponderEliminarSiempre digo que cuanto mas largo es una prueba mas importante la cabeza y eso es lo que te hizo afrontar los momentos de debilidad sin problemas
Un abrazo, Patxi