La escasa participación en las elecciones ITRA. Un lastre demasiado pesado para el despegue de la asociación.


El próximo 11 de junio, el día después de los Campeonatos del Mundo de Trail, se celebrará en Badia Prataglia la Asamblea General Anual de la ITRA (International Trail Running Association). Esta asamblea define la política general de la asociación y aprueba las cuentas y presupuestos. Forman parte de ella los representantes nacionales y los miembros del comité directivo.

Los representantes nacionales, divididos en corredores y organizadores, ostentan la representación de los miembros ITRA de su país en la asamblea y disponen de derecho a voto. Los representantes se eligen por un período de dos años, en un proceso electoral que, en 2017, comenzó el 30 de abril y finalizó el 15 de mayo con la publicación de los ganadores. Por España fueron elegidos representantes Sergio Garasa como corredor y Tico Cervera como organizador, en unas elecciones en las que yo mismo me presentaba también.  

En España el censo lo componían 187 corredores y 93 organizadores. El porcentaje de voto fue del 34%, lo que significa que votaron 96 personas entre corredores y organizadores. Lo que quiere decir que el objeto de la ITRA de "dar voz a los actores del trailrunning y contribuir a su desarrollo" es en base a menos de cien personas de una comunidad de trailrunners en España que, ahora mismo, rondará los cientos de miles.

El porcentaje del 34% de España es bajo, pero resulta incluso alto comparado con el de otros países entorno con cultura de montaña. Francia con un sonrojante 15%, Estados Unidos con el 17% o Italia con un 19% dan idea del nulo interés que despierta la ITRA no ya en la comunidad de corredores, sino en los propios afiliados a ella. Como mucho un tercio de sus asociados, en España, uno de cada seis en Francia, se ha molestado en depositar su voto. Una operación que se reducía a los 10 segundos que se tardaba en completar un voto electrónico.


Indudablemente algo se está haciendo mal en la ITRA cuando, no sólo no consigue que los corredores se asocien, incluso con la actual cuota testimonial de cinco euros anuales, sino que además un escaso porcentaje de esos asociados vota para elegir a los representantes en una asamble que, no hay que olvidar, debe decidir hacia dónde se dirige la ITRA. Un número de asociados (corredores) que oscila entre los 846 de Francia, el país más numeroso, hasta los 146 de Italia o los ya nombrados 187 españoles, por destacar tan sólo los países más numerosos. En total, 2565 corredores asociados de 85 países diferentes.

La ITRA nació en julio de 2013 entre grandes expectativas. Muchos vimos en ella el ente capaz de catalizar las propuestas para hacer del trailrunning y deporte global. Un organismo que sirviera para "poner orden" dentro de la escena global en la que hasta ese momento cada cual remaba por su cuenta. Cuatro años después la realidad es que la ITRA como tal interesa a poca gente y ni siquiera engancha a quienes renuevan su cuota cada año.

Porque si los Campeonatos del Mundo de Trail sí están evolucionando y consiguiendo mayor repercusión cada año, la labor de la Asociación, como los cangrejos, va hacia atrás y transmite una sensación al exterior de coto cerrado en el que unos pocos se quieren lucrar intentando gestionar el deporte que, ahora mismo, practican cientos de miles de personas en el mundo.

No dudo que, en julio de 2013, las intenciones de la ITRA eran la de conseguir que el trailrunning se desarrollará en una dirección común aunando las propuestas de todos los actores. Sí veo que, a día de hoy, no ha conseguido implantarse en la comunidad mundial de corredores.

Y, a pesar de todo, la ITRA sigue erigiéndose en representante de todos los corredores. ¿De verdad se puede pretender representar al trailrunning mundial con 2500 asociados? ¿Qué sensación transmite al exterior cuando apenas uno de cada tres de sus asociados han participado en el proceso electoral?

La International Trail Running Association nació para dirigir el futuro del trail, un objetivo que hoy parece mucho más lejano que el día que vio la luz. Sin el apoyo de un gran número de asociados su fuerza es mínima. Sin la implicación de los asociados, nula. La escasa participación en las elecciones es un lastre que impide el vuelo de la ITRA.