Cadí Trail. Un día para recordar. Race Report.


Hasta ahora, cuando oía hablar del Cadí lo asociaba siempre, bien a la conocida marca de quesos y productos lácteos, bien a los piraguistas descendiendo el canal de aguas bravas de La Seu D'Urgell, donde se disputaron los JJOO de 1992. Desde el sábado pasará a ser el lugar donde se organiza la Cadí Trail. Seguramente, una de las carreras en que las que mejor me he sentido.

Llegaba a La Seu D'Urgell con unas sensaciones contrapuestas. Por un lado la lesión en los ligamentos de la rodilla había evolucionado bastante bien y por fin había enlazado cuatro semanas seguidas de entrenamiento. Eso sí, eso era a costa de haber reducido el desnivel a la mínima expresión. En esas cuatro semanas el desnivel total ni siquiera superaba los 2700 metros que tenía el sábado por delante. A cambio, llegaba con muchas ganas y el hecho de que fuera la última prueba antes de parar unos días me animaba a darlo todo. Los quince días posteriores debían servir para recuperarme de una vez por todas. 


Así que el viernes por la tarde estaba en La Seu, donde al día siguiente, nada menos que a las seis de la mañana, comenzaba la Cadí Trail. En la recogida de dorsales y el briefing de la prueba se percibe lo que es la Cadí. Una carrera pequeña y familiar, con los corredores como la parte más importante. Dorsal recogido, dudas resueltas en el briefing y a la habitación a descansar con la caja de productos de la zona de la que consta la bolsa del corredor. Las tormentas durante la noche avisan que al día siguiente tenemos el terreno bastante húmedo.


A las 4h30' suena el despertador. Desayuno en el hotel, algo por cierto de agradecer ya que cada vez son menos los hoteles que preparan el desayuno antes de las carreras, vestirse para la guerra y a la salida. Aunque no hay material obligatorio, echo a la mochila lo básico en una salida de montaña: cortavientos, manta térmica, unos manguitos, un litro de agua con sales y 5 geles. La salida de la carrera es el mismo paseo del centro de La Seu, todavía es de noche, si bien las primeras luces no hacen necesario el uso del frontal. 

A las seis en punto se da la salida, juntas las carreras maratón y la ultra de 80 Kms. Personalmente, tengo una teoría, en absoluto justificada por supuesto. Esa teoría me dice cómo me va a ir la carrera en base a mis sensaciones durante el primer kilómetro. El sábado eran más que buenas, muy buenas.


Los primeros tres kilómetros pican hacia arriba. Con el pelotón todavía sin estirarse se hacen despacio, pero vienen bien para desentumecer los músculos a esas horas de la mañana. Un suave descenso nos lleva a la primera cota del día, setecientos metros positivos en algo menos de cuatro kilómetros, por senderos entre bosques con el barro en algunos puntos como única dificultad. Dos kilómetros de llaneo y otro ascenso nos dejan en el primer avituallamiento, tras 11 Kms y 1h38 de carrera. 

Comenzamos la aproximación al punto más alto, el Cap de la Fesa, que marca el ecuador del maratón. Primero entre bosques, más adelante por algún tramo de pista, lo bueno que tiene es que a cada subida potente le sigue algún tramo de descanso hasta el k15 (2h12') donde empieza ya lo bueno. Cinco kilómetros a razón de unos 100 metros positivos cada uno hasta atacar la cima final, con 300 metros de desnivel en el último kilómetro que me lleva 17' completarlo. Es el k21, justo en lugar más alto, por donde paso tras 3h20'. 


Comienza un descenso vertiginoso, al principio algo complicado con bastante piedra pero que conforme se avanza va cambiando hacia senderos que, húmedos por la lluvia de la noche anterior, son una delicia atravesar, aunque en un momento de demasiada alegría me voy a suelo, más por resbalar con el barro que por tropezar. Muy contento por cómo esta resultando la carrera llego al avituallamiento del 29 en 4h20'. Aquí comienza una zona de tierra roja, espectacular, pero que se me atraganta bastante. Es el único tramo en el que lo paso algo mal. Me cuesta avanzar y se me hace eterno. Y es que según mi perfil era todo en descenso, pero hay bastantes toboganes. Son sólo dos kilómetros, pero ee cuestan una eternidad. K31 (4h40'), pero desde ahí ya sí que es cuesta abajo de verdad. Descenso trepidamente, complicado por la piedra suelta, pero no muy difícil por tramos de GR. 

El paso por La Bastida nos deja el último avituallamiento. Tras 5h30' y 36 Kms me tomo mi tiempo. Me refresco, me quito la camiseta interior y pongo rumbo a meta. Falta la última sorpresa, un ascenso corto pero potente que corono bastante bien para correr con muchas ganas la última bajada t cruzar meta en 6h04'.


Con la Cadí Trail cierro esta primera mitad del año, con muchos claroscuros, pero al final con buen sabor de boca. Complicada con la lesión nunca llegada a curar del todo y que me ha condicionado bastante. Mejoras, recaídas, nuevas mejorías y el crack definitivo en la Quixote. Desde entonces ya tenía claro que sólo había dos opciones. O parar del todo o estirar como pudiera para llegar aquí. Opté por la segunda, adecuando los entrenamientos para castigar lo menos posible los ligamentos a costa de suprimir desnivel. Hubo suerte y salió bien.

Ahora toca descansar de verdad y del todo, recuperar bien y comenzar de nuevo a mediados de agosto, porque en otoño comienza el baile de nuevo: Vallés Drac Race, UT Collserola y Saintelyon.

Respecto a la carrera, agradecer a la Organización la posibilidad que me brindaron de participar. Prueba pequeña, con todo lo que significa de cercanía al participante, bien organizada y con un recorrido espectacular. El tramo de la cresta que se recorre en la ultra es bonito como pocos. La salida y llegada en el mismo centro de la ciudad es algo también a tener en cuenta. 

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