Muchas veces hemos comentado en las kedadas y en las carreras que si nos obligaran a hacer cosas como estas protestaríamos muchísimo. Si se convirtiera en una obligación seguramente no querríamos hacerlo.
Cuando tiene una afición lo hace porque eso le llena. Le divierte, se lo pasa bien, disfruta con ello. Si se traspasa la línea y el deporte pasa a ser una preocupación, o bien sabes manejar esa situación o tienes un problema.
Yo he dejado de disfrutar de las carreras. Ya no me aportan nada. Todos los días salgo al monte a entrenar. Corro por aquí, por allá, por donde quiero, el rato que me apetece y los kilómetros que salgan. Y me lo paso de miedo. Pero cuando se acerca el momento de pincharme un dorsal comienzo a pasarlo mal. Los nervios son constantes, las ganas de participar desaparecen y, como me pasó ayer, directamente ni me presentaría en la línea de salida. A pesar de las sesiones con la psicóloga, y de que creía que era algo que estaba ya enterrado, esta semana volvieron a aparecer esas sensaciones en todo su apogeo. Un bloqueo menta, unos pensamientos que me hacen ser incapaz de plantearme el más mínimo objetivo.
No soy un profesional. No vivo de esto ni mi vida gira alrededor del trail. Tengo cosas mucho más importantes a mi alrededor como para que la participacón en un carrerar hipoteque mis días y me condiciones mentalmente. Sé que nadie me presiona, sé que la presión, si se le puede llamar así, me la pongo yo solo. No sé explicar qué es exactamente. Miedo al fracaso, miedo a no rendir al mismo nivel que he entrenado... O quizás que ya se me han pasado las ganas de sufrir en las carreras, aquellas que me llevaron a entrar en meta en mi primera Oturia con unas grapas en la frente.
Ayer salí convencido de que no llegaría. Podía ser en el kilómetro ochenta o en el treinta, pero sabía que mi cabeza no iba a aguantar 20 horas de pensamientos negativos. Físicamente iba bien, los tiempos cuadraban con los que me había marcado y en La Maliciosa hice el mejor ascensos y descenso qque reecuerde, y a pesar de todo fallaba lo más importante, yo mismo.
Algo no funciona en el coco y no sé qué es, pero sí sé que eso no puede condicionarme de esta manera. Tengo a mi lado el apoyo más importante, Bea, y correr no es al fin y al cabo más que lo más importante de las cosas poco importantes de la vida. No hay que perder esa perspectiva. Llega la hora de plantearse muchas cosas. Quizás me empecino en hacer algo para lo que no valgo. O igual es algo normal, que le pasa a todo el mundo en alguna carrera del año y simplemente debo saber cómo afrontarlo.
El GTP me iba a servir para saber si estoy preparado para ir a Leadville con garantías. Sí, garantía de hacer la risa a miles de kilómetros de distancia de casa.
Algo tengo que decidir. No sé si será un adiós o simplemente un hasta luego. No sé si un punto y aparte o un punto final.