Trashumad Madrid - Cercedilla


La carrera de este finde debía suponer un punto de inflexión en lo que había hecho hasta la fecha. El jueves por la tarde el tema se torció un poquillo. Las rodillas llevan dándome guerra las últimas semanas y el fisio me comentó que hacer 100k no era lo más indicado para ellas, más si pensaba correr el maratón de Zaragoza dentro de un mes.

Luego estaba el factor de siempre, el sicológico. Conforme de acercaba el sábado, la idea de hacer 104k se me antojaba terriblemente dura y complicada. No por el entrenamiento realizado, que era correcto y estaba preparado, sino por el componente mental. El viernes por la tarde, cuando Mercedes vino a verme y estuvimos comentando el componente de sufrimiento al que debíamos llegar en las carreras, sufrir pero no pasar penurias, lo vi claro. Si tiraba hacia los 100k superaría la barrera del sufrimiento para llegar a la de las penurias, algo que no contemplo. Como ya nos conocemos en el ambientillo y hay mucho mariconcete suelto, a las 7 de la mañana mandé unos cuantos SMS y publiqué en el Facebook que mi participación serían los 67k de distancia que separan Madrid de Cercedilla.

A la llegada el viernes por la tarde a Madrid, recogida de dorsal, visita de Mercedes y decisión tomada de hacer los 67k, le siguió la habitual noche de nervios y maldormir antes de una carrera importante. No por habitual deja de ser molesto, pero es lo que hay. Lo bueno de hacer estas carreras largas es que ya no me pego madrugones salvajes. Hay mucha carrera y el cuerpo tiene mucho tiempo para despertar y asimilar el desayuno.



A las 8:15 ya había mucho ambiente en Plaza Castilla. La mañana está algo fresca, pero el cielo está despejado y el día se presenta espléndido para correr. Quizá algo de calor, pero eso a mi me gusta. 4k de salida neutralizada por las calles de Madrid, en plan manifestación hasta que llegamos a la salida real. Como el la temperatura ya ha subido, aprovecho para quitarme la camiseta de manga larga y ponerme la de guerra. En esto que dan la salida, pero bueno, tampoco hay prisa y hay mucha carrera por delante.

Así que comienza la aventura. Con la famosa frase de Juanito en mi cabeza, me impongo un ritmo cómodo, por debajo de lo que me pide el cuerpo, alrededor de 6’. El terreno es cómodo para correr, caminos y pistas de piedra suelta con tramos de toboganes. El k10 cae en 1h01’. Cojonudo. El cuerpo me está sorprendiendo, voy de vicio pero no quiero forzar, que falta mucho todavía. Llego al control de Tres Cantos (k12 y 1h16’). Sorpresa del día: aquí está Amalio (Somal) para darme ánimos. Me comenta que estará en todos los controles. Dos vasos de Coca Cola, rellenar el Camel y para delante. No como nada porque no me lo pide el cuerpo, pero sigo hidratándome constantemente. K20 por debajo de las 2h y Colmenar Viejo ya se ve en el horizonte. El sol empieza a pegar y unas cuantas rampas, sobre todo la que pasa por el cementerio se hacen duras. No fuerzo el ritmo y las hago andando.



K22, control de Colmenar en el polideportivo (2h26’) Me siento tranquilamente unos minutos. Aquí ya me tomo una Powerbar, caen otros tres vasos de Coca Cola y vuelvo a rellenar el camel (me he pimplao un litro entre estos dos pasos). Le dejo algo de material a Amalio, ya que he cargado con demasiadas cosas y no necesitaré tanta comida. De Colmenar salgo con un petardo en el culo, tanto que no me fijo en el mojón del camino y me paso un cruce. Ya me extraña no ver a nadie, pero como del control he salido bastante solo, no me doy cuenta de la pérdida hasta que llego a una carretera. Total, que entre buscar las marcas, mirar y desandar lo andado pierdo unos 25’. Un guarda forestal indica el camino correcto y hala, para delante de nuevo. El terreno pica ya más hacia arriba, y ahora sí que ya toca andar un poquito más. El tramo hasta el control del k36 se me hace bastante largo. Pico en 3h53. Más Coca Cola, vuelvo a rellenar el camel y cae un Powergel. Las fuerzas siguen intactas y, lo mejor de todo, el coco está al 110%.

El tramo hasta Manzanares el Real es más complicado. También más bonito. Se abandonan las pistas y tengo más terreno de camino y sendas. La media sube, también hay más desnivel. Es el k44, nuevo control. Máaaaaaaaaaaaaaas Coca, más agua a la mochila y con 4h53’ en marcha de nuevo. Próximo destino Mataelpino, dentro de 6k. Recorrido chulo. Pasos entre pinares y entre dehesas de vacas y toros. También pistas forestales interminables con algún tobogán jodido que obliga a andar más de la cuenta. En este tramo paso momentos de flaqueza. Joder, parece que Mataelpino no llega nunca, hasta que por fin aparece. Es el k52 y en el avituallamiento está Luis Spanjaard. Aquí ya sí que me tomo mi tiempo. Más de 10’ paradito, comiendo otra Powerbar, bebiendo tranquilamente y pensando en que ya queda poco por delante. Salgo de aquí con 6h justas.



Y claro que queda poco, sólo 18k. Es hora de olvidarse de guardar fuerzas. Ponerse el ipod con la música a tope y reventar. Este tramo es similar al que estamos acostumbrados en las carreras de montaña. Sendas estrechitas, subebajas donde se puede correr. Tanto que me sale algún kilómetro por debajo de 5’. La Bola del Mundo vigila el paso en lo alto, señal de que ya queda muy poco. En el k60 está el control de La Barranca último antes de Cercedilla. Son las 17h30 de la tarde y llevo 7h03’ de carrera. Ni en los mejores momentos hubiera pensado llegar hasta aquí tan fresco y con tantas ganas. Pasamos por Navacerrada, una última subida traicionera y paisajes que me suenan del MAM que corrí en junio. Tramos de descenso, últimos kilómetros en 4’45 y entrada al polideportivo de Cercedilla en 7h40’10”.

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