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24 agosto 2021

#MiSendaDeCamille Material y cosas

Realizar La Senda de Camille en dos días significa hacerlo ajustando el material al máximo. No tanto como en una NON STOP, pero casi, reduciendo lo que llevas a todo lo que pudiera caber, en mi caso, en una Salomon SLab 12 y cuanto más espacio sobrara mejor para ir lo más ligero posible. Esto se traducía en la ropa para correr el primer día, la del segundo y el material básico que se pudiera necesitar.

Las zapatillas que me acompañaron fueron las Salomon Sense Ride 4, unas todoterreno devorakilómetros que además me han ayudado mucho en los problemas con el aquiles. Dos camisetas Salomon XA Trail, dos pantalones Salomon Sense y dos pares de calcetines Salomon Speedcross. Una chaqueta Bonatti, que no fue necesario utiizar, y unos guantes, que tampoco, completaban el equipo "de carrera" junto a dos buffs, una gorra también de Buff y las gafas de sol de Julbo.

Los bastones fueron los Leki Micro Trail Pro y el frontal, que no fue necesario, un Petzl Nao. También llevé unos pantalones impermeables y una camiseta térmica de manga larga de Hoko. Ambos los utilicé como ropa de descanso en el refugio de Arlet y durante la noche.


El reloj era un Suunto 9 Baro. Durante la travesía quería probar la duración de la batería y cumplió a la perfección. En modo "rendimiento" aguantó las 23h30' de carrera más las doce de descanso en Lescún y todavía quedó disponible un 12%.

El saco sábana y la toalla, junto a los productos de aseo, completaban el equipo.

Respecto a la alimentación, geles y barritas de Bemore y sales de Maurten complementadas con frutos secos y comida "normal" en las paradas de Arlet el primer día y Linza el segundo.

Al 99% la elección de material fue la correcta. Lo único que cambiaría serían los calcetines, no tanto por el modelo como por no estrenarlos ante una prueba de esta envergadura. 



21 agosto 2021

#MiSendaDeCamille, de Lescún a Gabardito.

Tardé en recuperar pero, sobre todo, tardé en entrar en calor. La primera etapa me había dejado muy justo de fuerzas, cansado y con la incógnita de cómo respondería el cuerpo el segundo día. Hacía muchos años que no hacía algo parecido y, aunque la confianza era total, las dudas estaban presentes. Contra todo pronóstico, y al igual que les pasó a David y Albert, nos levantamos bastante bien. Sin madrugar tanto como ayer, a las 8h30' nos ponemos en marcha para afrontar esta segunda etapa de #MiSendaDeCamille con unos primeros diez kilómetros que iban a marcar el devenir del día.



10 kilómetros, pero qué diez kilómetros. 1200 metros de ascenso ininterrumpido hasta el alto de Petrachema que se hacen durísimos, a pesar de que el comienzo es sencillo, por una pista asfaltada que al menos nos ayuda a coger ritmo. Ni siquiera las espectaculares vistas de las Agujas de Ansabere hacen que deje de sufrir, más todavía cuando a mitad de ascenso, dejado atrás el bosque, las ampollas aparecen en los dos talones. Cuesta mucho llegar a la cumbre, tanto como 2h50' que, visto ahora en la distancia, es un tiempo muy bueno, mejor que nuestras previsiones. 

En el descenso todo se empieza a torcer. Las ampollas van a mas y cada apoyo empieza a ser una tortura. Sólo quiero llegar a Linza y pasa por mi cabeza la idea de dejarlo. Con unos treinta kilómetros por delante, llegar a Gabardito puede ser una romería de sufrimiento. Por fin aparecen las pistas de esquí de fondo y el refugio de Linza. Llevamos 4h30' y 17 kilómetros. Toca comer, descansar, curar y replantear.

Lo que era negro consigo que mi mente lo pase al gris de momento. David me cura los pies como se los curarían a un rey y, aprovechando el momento de subidón, nos ponemos en marcha de nuevo descansando menos de lo que igual hubiésemos necesitado. Primero por carretera hasta el camping de Zuriza y luego por el GR11 hasta Taxeras, los males han desaparecido. Tanto como que completamos los kilómetros más rápidos de la senda, que nos dejan en el puente de Oza en 9h30. Tenemos por delante siete kilómetros muy favorables hasta el Puente de Santa Ana, 10h40', donde nos espera Iván para darnos los últimos ánimos.


Terminar en Gabardito significa que los últimos tres kilómetros son un ascenso de 400 metros positivos que a estas alturas pican mucho. El final está cerca pero a la vez muy lejos. El GR sube directo, atravesando varias veces la carretera, tan recto que es una pared y el bosque un horno, por lo que optó por subir por la carretera. Saldrán más kilómetros, pero si sigo por el GR tengo claro que reviento.

11h39' después, 45 kilómetros después de salir de Lescún y 92k desde ayer en este mismo sitio llegamos al Refugio de Gabardito completando La Senda de Camille, el recorrido en el que vivió el último oso autóctono del Pirineo.

Dos días para recordar y un círculo que se cierra que no hubiera sido posible sin la compañía de David y Albert y el apoyo de Iván, Luis y Bruno.

 

 

#MiSendaDeCamille, de Gabardito a Lescún


La Senda de Camille era una de esas rutas escritas en la lista de tareas pendientes desde hace años. ¿Cuántos? Muchos, más de diez. Entraba en la web, miraba, hacía tramos sueltos pero no daba el paso de embarcarme en la travesía completa. Fue en el 2019 cuando empecé a pensar que llegaba el momento, en una época en la que dejaron de motivarme tanto las carreras con dorsal y más los retos personales. Aquel año completé la Ruta de la Insurrección de los Valles, de Jaca a Ansó, el pasado el HomeToSummitToHome, una ruta circular comenzando y terminando en Jasa y en primavera decidí que este agosto sería el elegido para intentar La Senda de Camille. Una aventura prevista en soltario pero a la que se unieron David Sánchez Haro, Albert Torrent e Iván Palero.

Una de las cosas que tenía claras del intento en #MiSendaDeCamille era que tenía que ser un objetivo complicado, algo que, cuando lo comenzara, no supiera si lo iba a conseguir terminar. La ruta originalmente se suele hacer en seis etapas, hay quien la ha hecho non stop en un día, y yo consideraba que marcarme el reto de dos días era lo suficientemete complicado y exigente para mi. Así fue, tomando como punto de partida y llegada el Reugio de Gabardito y durmiendo en Francia, en el cámping de Lescún. Esto daba dos etapas de unos 45 kilómetros y 2500 metros positivos cada una, modificando el recorrido para no llegar a Somport y, en su lugar, bordear el ibón de Estanés.

El 18 y 19 de agosto fueron finalmente las fechas elegidas y el miércoles, pasadas las siete de la mañana nos poníamos en marcha en Gabardito, avanzando el sentido horario y sin un objetivo de tiempo en mente, más allá de llegar a Lescún antes de las 19:30, la hora de la cena en el refugio del cámping :). 

Lizara es el primer refugio. Algo menos de diez kilómetros, atravesando el Collado de Foratón a los pies del Bisaurín, que completamos en 2h05'. Sellamos y rellenamos agua incluyendo un bidón adicional, y es que de aquí a Arlet nos separán 23 kilómetros en los que no es seguro que podamos encontrar agua. Para mi, quizás porque es la que más conozco, la parte más espectacular, con el paso de Vernera, atravesar el Valle de los Sarrios y llegar al Ibón de Estanés, en 4h10' y 18 kilómetros de senda con las fuerzas todavía intactas a pesar del calor que comienza a apretar. 

 

Aquí es donde realizamos la principal variación en el recorrido, necesaria para completarla en dos días. No llegaremos a Somport y bordearemos Estanés hasta cruzar la frontera, adentrarnos en Francia y comenzar el camino que nos llevará hasta Arlet. No excesivamente duro pero sí largo, por pista primero y luego buenos senderos en los que los kilómetros caen con facilidad aunque el refugio nunca llega. Por fin, justo cuando el Suunto 9 Baro marca 7h15' horas de actividad, y 31 kilómetros después, realizamos la parada en Arlet. Allí comemos y descansamos durante unos 45' para afrontar la parte final del día, los alrededor de 18 kilómetros que nos separan de Lescún, muy favorables sobre el papel.

Un perfil que no engaña, con dos partes muy diferencidas. Los primeros nueve kilómetros prácticamente en paralelo a la linea fronteriza, siguiendo el camino del Puerto del Palo. Un ascenso largo, muy largo, pero sostenido en el que mantenemos un ritmo constante que nos hace superarlo con menor dificultad de la esperada hasta coronarlo y ver, entre la niebla y diez kilómetros a lo lejos, el pueblo de Lescún, punto final de esta primera etapa.

Diez kilómetros ininterrumpidos de descenso donde el cansancio comienza a notarse, primero por pedreras complicadas para dar paso después a pistas entre bosques y finalmente unos kilómetros de carretera que nos dejan en el Camping de Lescún, punto final de esta primera etapa, donde llegamos después de 48,5 kilómetros, 11h35' de carrera y 2.300 metros de desnivel positivo. Es hora de descansar, reponer y recuperar fuerzas para la etapa de mañana.