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21 marzo 2019

¿Pudo morir de éxito Barkley Marathons?


Como cada año, el comienzo de la primavera anuncia que una nueva edición de Barkley Marathons está cerca. Como cada año desde 1986 Frozen Head reunirá a 40 corredores que, tras haber pasado un intrincando, complicado y misterioso proceso de inscripción y haber pagado 1,60 dólares, se enfrentarán a cinco temibles bucles de 20 millas cada uno en los que el recorrido no está marcado y además debes encontrar los libros que atestiguarán que has recorrido el camino correcto.

Esta es la prueba que inspirada en la fuga de James Earl, el asesino convicto de Marthin Luther King, ideó la maquiavélica mente de Lazarus Lake hace ya 33 años. Una carrera que desde entonces solamente quince de los más de 1200 participantes han logrado completar.

Para muchos, Barkley no puede considerarse una carrera. Para otros sólo su nombre traslada a un escenario de sufrimiento y epopeyas, de historias que se han convertido en leyenda del trailrunning. Barkley es el lugar donde Brett Maune se reivindicó, donde Nick Hollon se convirtió en una realidad, donde Jared Campbell ha venido entres ocasiones, donde Gary Robbins se ha topado tres veces con el fracaso más cruel...


La leyenda de Barkley Marathons ha traspasado la frontera de Estados Unidos y conseguir participar en ella se ha convertido en objetido de corredores de medio mundo. Barkley ha dejado de ser la "carrera de unos locos de Tennessee" para ser un fenómenos mundial. Documentales en Netflix, artículos en The New York Times, seguimiento en tiempo real, equipos de televisión desplazados a Frozen Head...

Barkley Marathons había perdido su esencia en los últimos años, al punto de que Lazarus Lake casi perdió el control de lo que sucedía en Frozen Head y de la información que se compartía desde allí. Si Barkley es lo que es, es debido al halo de misterio que la rodea, a que todo fluya sencillamente, pero con cuentagotas. A que la fecha sea un misterio y a que se mantenga la mística que la envuelve.

La edición de 2019 pretender ser una vuelta a los orígenes, a aquellas ediciones en las que sólo nos enterábamos del final cuando ya había pasado todo. Barkley es la criatura de Lazarus Lake y, para que siga siéndolo, hay que aceptar las normas de Laz.

Sólo así conseguiremos entre todos que Barkley siga siendo Barkley, que no muera de éxito.   

 


19 marzo 2019

Los Valles Occidentales a vista de pájaro


Los Valles Occidentales, en el Pirineo Aragonés, es probablemente una de las zonas más desconocidas de la cordillera. Con las localidades de Ansó y Hecho como núcleos más destacados la zona, y en especial el Parque Natural de los Valles Occidentales ofrece múltiples propuestas para los amantes de la montaña en un entorno, aunque parezca increíble en estos tiempos, todavía sin masificar.

Con una altitud que oscila entre los 900 metros en la cota más baja de los Valles y los 2.670 metros de la cima del Bisaurín, que aparece como gran dominador, el parque ocupa poco más de 27000 hectáreas en las que se encuentran los valles de cinco ríos: Vera, Osía, Lubierre, Subordán y Estarrún. Desde senderismo a rutas de alta montaña, las propuestas de la zona son inmensas, todo ello entre inmensos bosques propios de su clima de influencia atlántica. Un paraíso para aquellos a los que nos apasiona la montaña pero también para los que nos gusta correr por ella.
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La Marcha de los Tres Ibones, la Carrera por Montaña Boca del Infierno o la Marcha Senderista Lizara son tres opciones para descubrir la zona con un dorsal. La Senda de Camille es una travesía de alta montaña que une los refugios de la zona y que se puede realizar tanto andando por etapas como en su versión "Correcamille", para los trailrunners.



Con motivo del décimo aniversario de Protolocus, que se celebró en Siresa, se realizó un video de la zona de los Valles Occidentales que muestra zona en todo su esplendor.

Este es el resultado:





11 marzo 2019

#EverySingleStreet Mucho más que correr por todas las calles de San Francisco


Hablar de Rickey Gates es hacerlo de mucho más que un corredor. Alguien que decide atravesar Estados Unidos de costa a costa, corriendo, porque tras las elecciones en las que venció Trump pensó que debía conocer mejor a la gente que vive en su país. Una aventura de cinco meses, más de tres mil quinientas recorridas, que se tradujo en una mente mucho más abierta y, también, algo saturada por todo lo vivido.

Gates necesitaba tiempo para desconectar, para asimilar lo vivido durante ese viaje del Atlántico al Pacífico. Un tiempo en el que se dio cuenta de que se había impregnado de la cultura estadounidense pero que, quizás, le faltaba algo. Ese algo era su ciudad, San Francisco, donde vive.




De esa necesidad de conocer mejor a los que le rodean nació el proyecto #EverySingleStreet. Recorrer todas y cada una de las calles de San Francisco, esas 49 millas cuadradas en las que trabajan, comen, duermen... viven diariamente miles de personas. Y hacerlo, por supuesto, a pie.


El documental Every Single Street, dirigido por Dean Leslie detalla el proyecto de Rickey Gates de una forma en la que el aspecto atlético pasa a un segundo plano, destacando las motivaciones personales de Gates y cómo, a través del proyecto no sólo conoce mejor su ciudad. También, y sobre todo, a los que viven en ella.





04 marzo 2019

La verdadera historia del italiano perdido en el Marathon des Sables


Más de treinta años dan para mucho. Si además se trata de la carrera de aventura por excelencia, el Marathon des Sables, la cantidad de historias que sus cientos de participantes se traen cada año de vuelta a casa es interminable. Unas verdaderas, otras adornadas por la épica y alguna otra que pasa a la categoría de leyenda.

Una de las más conocidas es la del italiano que se perdió durante una tormenta de arena y que, acuciado por la sed y delirando por la soledad y la desesperación, había fallecido tras cortarse las venas para beberse su propia sangre. Una historia que circula año tras año, especialmente entre aquellos que visitan el desierto por vez primera y que, evidentemente, transmite cualquier cosa menos tranquilidad.

Pues bien, ese italiano existe. Se llama Mauro Prosperi, afortunadamente ni se cortó las venas ni falleció en el desierto, pero sí se perdió durante una tormenta de arena y pasaron diez días hasta que fue salvado.

En 1994 el Marathon des Sables era la mayor aventura a la que alguien podía enfrentarse. La épica creada por Patrick Bauer había llegado a todos los rincones del mundo y viajar al desierto y llevar el cuerpo humano la límite era la última frontera. Mauro Prosperi fue uno de los corredores que se aventuraron en aquella edición.


No era un corredor cualquiera. Había sido olímpico y durante las primeras etapas rondaba siempre el TOP10. Hasta que el cuarto día, el de la etapa NON STOP, todo se complicó. Una tormenta de arena se le tragó literalmente. Estuvo bajo el polvo del desierto casi ocho horas, por lo que decidió pasar la noche vivaqueando y continuar al amanecer. Sin embargo, al despertar, tuvo conciencia de que estaba perdido en mitad de la nada.
Durante los días que vagó por el desierto tuvo que beber su propia orina y sangre de murciélago para sobrevivir, le venció la desesperación e intentó suicidarse, comió crudos lagartos y serpientes... durante nueve días hasta que dio con un grupo de pastores. Estaba casi 300 kilómetros lejos del trazado de la etapa NON STOP.

La historia de Mauro Prosperi forma parte de una serie que, bajo el título de "Perdedores", se puede ver en Netflix. "Perdido en desierto" es el título del capítulo y este el enlace: https://www.netflix.com/es/title/80198306