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19 diciembre 2012

Material básico para salir a entrenar


Venga, hoy un post que, aunque recurrente, no está mal recordarlo una vez al año cuando llegan los fríos y los días son más cortos. Porque en verano podemos salir a entrenar con cualquier cosa pero en invierno, si las condiciones son duras o cambiantes, merece la pena echarse a la mochila un mínimo equipo básico. Unos llevamos más cosas, otros menos, pero hay cosas que considero básicas si vamos a pasar unas cuantas horas por el monte. Y no hablo de subir a cotas altas, una simple salida circular por Zaragoza puede hacerse muy larga ante cualquier incidencia. 



Esto es lo que procuro llevar:
Comida. Una o dos barritas o geles serán suficiente. Es fácil que vuelvan con nosotros, pero si el tema se alarga seguro que son bien recibidas.
Agua. Medio litro mínimo de líquido.
Teléfono móvil. Innegociable, aunque pasemos por zonas sin cobertura, siempre será un seguro de vida.
GPS. ¿Quién no se ha perdido alguna vez y ha tenido que volver sobre sus pasos?
Cortavientos. Aunque tengamos sol al salir, aunque sea de día, aunque no haga mucho frío. 
Calcetines de repuesto. Un charco, lluvia, barro... amigos de nuestras enemigas las ampollas
Guantes. ¿Estamos en invierno no?
Frontal. Esperemos no utilizarlo por obligación, pero ocupa poco y no cuesta nada llevarlo.
Manta térmica. Seguramos tampoco llegaremos a sacarla nunca de su envoltorio, pero nos puede salvar si una incidencia nos obliga a detenernos y esperar ayuda.
Buff. Si pueden ser dos, mejor que uno.
Camiseta interior térmica. Envuelta en una bolsa que la proteja de la humedad. Si nos cae la mundial, no estará de más llevar una primera capa seca para cambiarnos.
Gorra y gafas de sol.
Pasta. Y no de la de comer. Un billete de 20 EU puede sacarnos de muchos apuros o servirnos para comprar esas ricas madalenas que habrá en el horno de algún pueblo por el que pasemos, por ejemplo en el de Cuarte.

02 diciembre 2012

Carrera montaña Mularroya


¿Cosas que me faltaban por descubrir en esto del correr?  Pincharme un dorsal y no competir. Tomar la salida en una carrera y no darlo todo, no ir a tope desde el primer al último kilómetro.

Esto es lo que hice el domingo en la Carrera de Montaña de Mularroya, y la verdad es que merece la pena. Lo pasé bien y disfruté cada momento, ayudado también por el espléndido día que salió para correr. Lo de ayer es lo que tocará hacer bastante este año. Sólo un objetivo pero muchos entrenamientos y alguna carrera por el medio para probarse a uno mismo y para probar material y sensaciones. Era también dar una vuelta de tuerca más al cuerpo, afrontar una carrera como el sexto entrenamiento de la semana y sin haber modificado la rutina de los días anteriores. Y el resultado fue positivo. Evidentemente, no notaba la frescura de cuando has preparado una carrera, pero las piernas respondieron positivamente y no llegué a percibir sensación de cansancio ni agonía. El objetivo se cumplió.



21 Kms con 400 mts de desnivel positivo mezclando algo de asfalto con caminos, sendas y pistas forestales. A pesar de estar tan cerca de Zaragoza, no conocía está zona, que me ha sorprendido por bonita. El recorrido , muy variado, de monte bajo y mucho pinar lo he completado en 1h44’, que para ser yo podemos decir que es correr bastante. Los primeros cuatro, por asfalto pista, los completo por debajo de 4’30”, hasta que tomamos la primera senda y el recorrido comienza a picar hacia arriba. Se puede seguir corriendo, las piernas van bien y coronamos la primera cota tras unos cuantos metros en los que toca andar. Primer avituallamiento, k6 y 32' para comenzar un descenso sostenido por camino fácil que desembocará en el segundo ascenso del día, esta vez nada técnico y muy sostenido, todo el tiempo por buena pista. Por cierto, las vistas desde arriba son espectaculares.

De nuevo hacia abajo, esta vez ya por terreno bastante técnico en el que tenemos que poner cuidado. K10 en 54'13. Seguimos por un bonito tramo de senda estrecha y encajonada, demasiado estrecha a veces, donde se puede correr bien aunque con cuidado. La última tachuela es el ascenso a las ruinas de San Cristóbal, con avituallamiento donde paro un ratillo a ver si viene mi compi Antonio, pero no. Desde aquí ya es todo descenso, primero entre campos y más adelante por un estrecho cañón en unos tramos realmente bonitos hasta que a la altura del k15 (1h21') enlazamos con el recorrido de la carrera corta. Ya sólo quedan los kilómetros de descenso por pista y asfalto, donde aprovecha la gente que llanea bien para zumbarle de lo lindo, si bien me sorprendo a mi mismo y enlazo tres kilómetros seguidos a 4'10. Vale que picaba hacia abajo, jejeje.
En los dos finales me dejo llevar para esperar a Antonio, que venía cerquita, y entrar en meta juntos marcando 1h44' y amulando una media más a los entrenamientos, cerrando la semana en 137 Kms, muy satisfecho.

No había estado nunca en esta carrera y me ha sorprendido por lo chulo del recorrido. Habrá que volver, incluso algún fin de semana para hacer un entrenamiento, porque merece la pena. Lo mejor como siempre, la compañía de todos los que nos juntamos por allí, y que cada día somos más. Mención especial al grupo de los del Ebro y sus camisetas rojas.

Por cierto, los de la Federación de Atletismo siguen haciendo amigos. Al ser esta carrera de las de la FAA, con sus jueces y todo el percal, no permitían entrar en meta a los niños acompañando a sus padres. Y no hablo de los ganadores o los primeros, sino de todos. Una vez más, lamentable. Y otro motivo más para no federarse.

Os dejo el track:



30 septiembre 2012

Puyada Oturia 2012


El primer año que participé en Oturia, una caída a ocho kilómetros de meta hizo que llegara a Sabiñánigo con una brecha en la frente que necesitó cinco puntos, aunque muy contento.
El segundo fue mejor, aunque no conseguí hacer el tiempo que me había propuesto. Salí demasiado reservón y luego ya no hubo trozo para correr. Un poquito contento y algo insatisfecho.
El tercero, ni flus ni flas. Al contrario que el anterior, salí a tope y en los kilómetros finales me fallaron las fuerzas. Descontento e insatisfecho. Y el año pasado todo fue mal. Sufriendo desde los primeros kilómetros, notando que las piernas no iban, bastante hice con arrastrarme hasta la meta firmando el peor tiempo de todas las participaciones. 
¿Qué sorpresa nos depararía la prueba este 2012?

De momento, la principal sorpresa era estar allí. Uno nunca se cansa de las carreras que te gustan, y no me importa repetir aquellas que me han impactado especialmente pero el año pasado terminé ya algo saturado, también supongo porque nunca me ha salido bien del todo. A primeros de año tenía decidido hacer otra cosa en estas fechas, concretamente la Madrid Segovia. Pero las tres semanas de inactividad en agosto por un lado y la imposibilidad de coger fiesta en el trabajo para ir a Madrid el viernes me obligaron a cambiar de planes. Y como Antonio mi compi de trabajo estaba apuntado, puse en marcha el plan B, participar por quinta vez en la Puyada Oturia.




Además, poco a poco, todo se iba torciendo. Os acordáis del personaje que interpretaba Antonio Resines en la serie Los Serrano? En ocasiones hablaba de aquello de la “mente sucia” y cosas parecidas. Y por qué os cuento esto? Hay quien corre para desconectar, utlizando el running como una válvula de escape. En mi caso es lo contrario. La cabeza debe estar limpia para rendir bien. Si no, mal va la cosa. Y ahora mismo, por razones que no vienen al caso por aquí,  no termina de estar muy bien amueblada. Semana mala, poquitas ganas de ir a Sabiñánigo y, por extensión, nulas de chuparme 38 Kms. Pero bueno, me obligué a hacerlo. Pienso que, a veces, encabezonarte en estas cosas puede ser positivo de cara al futuro, a la hora de afrontar retos complicados. Aunque quizás, a estas alturas ya, uno debería aprender a quedarse en casa cuando no apetece salir a correr. Pero bueno, vamos a hablar de lo que fue la carrera, que para eso es para lo que pasais por aquí.


Allí estábamos, en la línea de salida de Pirenarium, Antonio y yo junto a poco más de setenta participantes para afrontar esta nueva edición de la Puyada con el único objetivo de terminar e intentar sufrir lo menos posible. Por cierto, que finalmente he salido con la mochila, y no me ha penado en absoluto, al contrario ha sido una muy buena elección.  El recorrido es el mismo de todos los años, lo que no deja ningún margen para la sorpresa. Salida tranquila, sin forzar y en cola de pelotón. Por lo menos este año al principio las piernas me responden bastante bien, lo que me da moral para afrontar las primeras rampas con fuerza. A ritmo constante llego al primer avituallamiento, un traguito de agua, y a por el descenso que me lleve hasta el río. El terreno está muy seco, se nota que no ha llovido nada este verano y hay que tener más cuidado de lo normal con toda la piedra suelta. K9, avituallamiento y 1h07’. Parada a beber, primer gel y a seguir el curso del río (seco), pasar por la tubería y seguir hasta Osán. Aquí empezamos un terreno de toboganes, no especialmente técnicos, que se van pasando fácilmente. A diferencia de otros años en éste ni adelanto corredores ni me adelantan. Menuda diferencia con esas ediciones en las que nos hemos juntado 400 participantes. Así hasta que legamos al k14, donde verdaderamente empieza lo bueno.
Tercer avituallamiento y segundo Powergel que dan paso a 3 kilómetros de ascenso constante, sin apenas descanso hasta la ermita de Santa Orosia, a las faldas de Oturia. Este año "sólo" me cuesta 40’ subirlos, ayudado un poquito por un corredor que llevo delante y me va marcando un ritmo cómod. A mitad del ascenso, cuando salimos del bosque comienzo a encontrarme mal. De nuevo el malestar en el estómago, el frío en la barriga y ganas de vomitar. El suave descenso hasta el cuarto avituallamiento, que me parece un oasis en el desierto, lo hado andando porque me resulta difícil correr. Me siento en una piedra y ahí me quedó durante 12’, viendo pasar a los de la carrera de bicis y sopesando muy seriamente la idea de quedarme allí. Ni voy bien ni tengo muchas ganas de seguir. Tengo muchísima sensación de sed, pero cada vez que bebo siento muchísimo malestar en el estómago.  Vamos, que prácticamente lo tenía decidido, pero entre que al  final no llego a vomitar del todo y que pienso que todo esto servirá de experiencia, me levanto y me pongo en marcha hacia la cima. Llevo 18k y 2h42’ de carrera. El ascenso final, aunque duro, siempre me resulta más fácil que lo que he dejado atrás, por lo que no es difícil animarse un poquito en el tramo final. Paso algo de frío por arriba, pero toco chufa en 3h12’… Bueno, está mal pero tampoco fatal dadas las circunstancias.



Empiezo los 7 Kms de descensos continuados que desembocan en Satué. Si ya de normal es complicado me da la sensación de que hay más piedras que otras veces. Toca ir con mucho cuidado. El problema es que, cada vez que me echo un trago de agua, me sigue sentando como un tiro en el estómago, y me produce unas ganas enormes de vomitar. Hace calor, sudo como un cerdito y tengo algo de tiritona. El avituallamiento del k28 de nuevo me salva la vida. Aquí directamente me siento en el suelo y mi estancia se prolonga durante 14’. Pierdo la cuenta de los vasos de Aquarius que me tomo, pero no me recupero. La sensación de sed es contínua, pero a cambio de beber la tripa se me hincha y da sensación de mareo. De nuevo estoy a puntito de quedarme y abandonar. Esta vez, incluso más convencido, comienzo a quitarme los imperdibles del dorsal... pero al final, todavía no sé cómo me levanto, pienso en que sólo me quedan diez kilómetros por delante y que, joder, si hemos llegado hasta aquí hay que tirar para delante. 4h20' y hora de dar el último arreón. Además, lo que queda es más favorable. Son tramos de terreno menos montañero y más de monte, con caminos y toboganes de subida y bajada a los pueblos. Curiosamente, al abandonar el avituallamiento y pasado un rato, parece que ya he asimilado lo que he bebido y puedo correr mejor. Por lo menos los kilómetros pasan más deprisa. En el 34, último avituallamiento donde me vuelvo a tomar mi tiempo, si bien esta vez ya sin malos pensamientos. Kilómetros finales, subida a la tachuela final, esa que tanto daño hace y descenso hasta la meta de Pirenarium, que cruzo tras 5h47'.

10 septiembre 2012

Mi nueva web

Mi nueva web, actualizada diariamente, es

www.almasyrunner.es

02 septiembre 2012

Desértica Extrema 11k + 50k


Y el estudiante que se presentó sin estudiar aprobó, o cómo la vida te da sorpresas. Sorpresas te da la vida.

Con unos cuantos años corriendo a la espalda, más o menos todos nos conocemos. A nosotros mismos, a nuestro cuerpo y a lo que podemos hacer cuando se nos pone por delante una carrera. Por eso, cuando me apunté a la Desértica, y encima a los 11 + 50, tenía claro que sólo había un objetivo. Y ese objetivo era terminar. Así, sin ningún atajo. Acabar de la mejor manera posible, porque este año el parón veraniego sí que había sido total. 3 semanas, 20 días para ser exactos del 3 al 22 de agosto sin calzarme las zapas y retomando los entrenamientos sólo 10 días antes de la Extrema. Lo que significaba que, entre días de descanso y demás, llegué el sábado a Valmadrid con 6 entrenamientos en todo el mes y la escalofriante suma de 110 Kms en total. Así que, de verdad, creedme cuando os digo que llegaba falto de forma, falto de kilómetros y falto de confianza para meterme 50 Kms entre pecho y espalda. No era un farol. Bea lo sabe, y sabe que el tiempo objetivo que le dije era entre 5 y 6 horas. Que no viniera antes porque tendría que esperarme mucho rato.



1ª ETAPA. SÁBADO. VALMADRID. 11 KMS. 
Con esos pensamientos me planté en Valmadrid el sábado por la tarde, donde se disputaba la primera etapa, y donde fui acompañado de Marcos, que también estaba apuntado. Día pestoso, de los que no me gustan nada para correr. Alfo de resquito y con bastante cierzo, demasiado. Vamos, de esos en los que casi has sudado al terminar. Menuda diferencia con lo que nos hemos encontrado en los meses de julio. Recorrido cortito, al final de 10 Kms, que era el mismo que hace dos años. Caminos, pista, algo de campos labrados y algo de cresta. ¿La intención? Pues dosificarse, guardar para lo que venía el domingo y no exprimirse demasiado. ¿El resultado? Los cojones. Ya me explicareis vosotros qué tienen los dorsales, que es pinchártelo en el pantalón (sí, es que ahora me lo pongo en el pantalón) y olvidarte de todos tus planes para ponerte a correr a saco. Pues eso. Ni reservar, ni guardar ni nada. 42’30”, 3º en la clasificación provisional y para casita y a pensar en mañana. El recorrido, divertido pero bastante duro por el viento, sobre todo durante la primera mitad. Eso, los pasos por campos labrados que literamente te dejaban clavado, y los últimos dos kilómetros hechos a saco me hicieron finalizar justito de fuerzas. Al terminar la carrera no me sentía especialmente cansado, pero más tarde por la noche sí. A pesar de los masajes con Recovery tenía mis dudas sobre cómo estaría para los 50k y de cómo responderían las piernas. Afortunadamente, al día siguiente por la mañana todo estaba en su sitio.



2ª ETAPA. DOMINGO. BELCHITE. 50,5 KMS. 
Va, la verdad. Cuando ha sonado el despertador a las 5:30 se me ha pasado por la cabeza quedarme en la cama… Poquitas horas de sueño, pero por lo menos buenas. Desayuno fuerte, que ya he dejado atrás eso de comer poco, y rumbo Belchite a todavía de noche con temperatura fresca, junto a Enrique y Juan. Tiempo de sobra para preparar todo. Con lo friolero que soy, y dado el cierzo que sopla y que nos acompañará la primera mitad de carrera, salgo con dos camisetas: una compresora interior y la de encima. Aprovecho para vaciar algo de agua del camel, no va a hacer calor y no será necesaria tanta. Salgo con medio litro.
Me coloco en la salida al final del grupo. Estoy muy tranquilo, sin ningún tipo de presión y sólo espero que todo salga bien. Salida puntual a las 8:00, el Ipod a tope desde el principio y nos ponemos en marcha dirección La Puebla de Albortón. Intento coger un ritmo cómodo, en el que no note demasiado esfuerzo y mantenerlo todo el tiempo que sea posible. El cierzo se nota muchísimo, ahora siempre de cara o de costado, pero no busco refugio en ningún grupo. Mejor a mi marcha, sin coger otro ritmo que no sea el que me va bien. Los primeros cinco kilómetros, por caminos de piedra suelta y picando ligeramente hacia abajo me salen por debajo de cinco. Bien, pienso. No me cuesta mantenerlo y los segundos cinco, aunque comienza a picar hacia arriba y el cierzo se hace todavía más insoportable siguen rondando el mismo ritmo, picando los primeros 10k en 50’54”, no sin antes dejar atrás el primer avituallamiento (sólo 1 botella de agua de 1,5 lts) por el que paso de largo si bien a su altura me tomo el primer Powergel. Entre el k10 y el k15 el terreno es francamente hostil. En el camino hay bastante piedra suelta y además teneos que salvar el desnivel que nos lleva a un vértice geodésico. Añadimos el viento, de nuevo de cara, que en algunos momentos hace muy difícil avanzar. Pero bueno,ahí seguimos. En el segundo avituallamiento (k16) si pillo agua y avanzamos por una pista totalmente plana que más bien parece una autovía de tres carriles y que nos lleva hasta La Puebla de Albortón, donde está situado el tercer avituallamiento y también el kilómetro 20. Cae el segundo gel. Son ya 1h44’ de carrera, un tiempo que está muy por debajo del mejor de mis pronósticos mentales. Y lo mejor de todo es que ni noto cansancio en las piernas, manteniendo holgadamente los 5’/km , ni me noto tocado sicológicamente por la lucha contra el viento.



Comienza ahora la parte más dura, que además es nueva en esta edición. ¿Qué sorpresa nos habrán preparado este año? Pues seis kilómetros de continuo y tendido ascenso, casi sin ningún descanso y con viento todo el tiempo de cara. A alguno por delante veo que se le vuela la gorra, jejeje. Tramo complicado, que se hace más llevadero por el paisaje que es bastante bonito, pero en el que no queda más remedio que andar a veces. Tampoco pasa nada, porque la cosa marcha bastante bien y en el avituallamiento del 26 pico en 2h22. Al lado, como quien dice, se ve Valmadrid. Aquí sí que paro y me tomo mi tiempo. Relleno el camel de agua, añado sales, me tomo otro gel y me pongo en marcha de nuevo. Como es evidente, todo lo que hemos subida ahora lo tenemos que descender por el otro lado, y además el viento pasa a empujar, lo que es de gran ayuda, ya que la bajada la hago casi sin darme cuenta (k30 = 2h45) y al terminarla el resto de los caminos sigue picando hacia abajo. Está claro que los 20 kilómetros que nos quedan por delante son muchísimo menos duros. Nos hemos quitado lo peor y, tal y como pensaba antes de empezar, la clave está en llegar vivo al 36. Una vez en él, ya está casi todo hecho. El punto es el mismo que el 20, en La Puebla de Albortón, y de nuevo aprovecho para rellenar tranquilamente, poner en orden las cosillas de la mochila y pinchar en el Ipod la música específica que tengo cuando hay que apechugar. Las del directo de Metallica. Quedan 14 Kms y llevo 3h15’ corriendo por los campos.

Contra todo pronóstico, nadie sabe cómo ni porque, las piernas comienzan a correr solas. Mucho mejor ahora que en la salida. Me encuentro exultante. Hombre, algo tendrá que ver que por fin el viento ha dejado de putearnos y, aunque viene de costado, nos empuja. Los kilómetros caen fácil, ahora ya por debajo de 5, y el 40 lo marco tras 3h50’ y tomarme el cuarto gel en el 36. Por cierto, luego os contaré el tema de los geles y lo que se nota comer más en carrera… Bueno señores, estamos en el k40. Quedan 10, voy muy por debajo de las previsiones más optimistas y encima me siento de maravilla. Además, la música en el Ipod me pone a tope. ¿Qué hacemos? Pues qué vamos a hacer, tirar a tope, hasta que reventemos. Y así hasta el 46, por una recta interminable con bastantes toboganes. En alguno hay que bajar el ritmo e incluso andar, pero no pasa nada, estamos muy cerca y Belchite ya se ve allí a lo lejos. Cuando quedan 5 me tomo el último Powergel, nuestra carrera se junta con la corta y mi cuerpo experimenta otra transformación más. No sólo no bajo el ritmo, sino que lo aumento. Creo que es algo que no me había pasado nunca, llegar tan a tope al final que pueda incrementar el ritmo de esa forma, pero estos kilómetros no sólo caen por debajo de 5, caen a 4’30”!!!



Se ve Belchite, se ven las granjas, paso por los olivos, toco cemento, último esfuerzo y por fin aparece la línea de metal. Allí, en el mismo lugar que todos los años, y que cruzo en 4h35’ de carrera tras completar los 50,5 Kms.
Ese tiempo, sumado al de ayer me da la 4ª posición en la Desértica Extrema 2012, opción ultratrail 11k + 50k.


REFLEXIONES POST CARRERA Y ALGUNA COSILLA DE NUTRICIÓN
ESERTICA EXTREMA. REFLEXIONES POST CARRERA Y ALGUNA COSILLA DE NUTRI
Las carreras del fin de semana supusieron una vuelta a los orígenes. A correr por correr, a disfrutar cada kilómetro, a sufrir cuando tocaba pero saboreándolo, a alejarse de la presión de la competición. Retomando lo de hace unos años, participar por el mero hecho de disfrutar y completar un reto que se abre ante nosotros. Y vaya si disfruté. Dejé a un lado la presión de hacerlo bien. Sin esa carga en la mochila, sabiendo que el único objetivo era cruzar la línea de meta, las zapatillas se movían sin esfuerzo y los kilómetros caían uno detrás de otro sin darme cuenta. Comentaba hace unos días Andrés, una mañana de las que salimos a entrenar, que verdaderamente disfrutamos con esto cuando no nos damos cuenta de los kilómetros que hemos corrido o de las horas que llevamos en el camino. El domingo me planté en el k36 de carrera sin saber cómo había llegado hasta allí. Sólo estábamos el monte, la música y yo, nadie más.
Y también, aparte del aspecto motivacional, hay que hablar un poco de los cambios en la alimentación. Porque después de Aínsa tomé realmente conciencia de lo importante que es comer mucho antes y durante la prueba, y que no se puede salir a hacer cincuenta o sesenta kilómetros habiendo desayunado un café. Café, cuatro tostadas y una torta de cabello de ángel fue lo que tomé a las 6. Más tardé, en carrera y aplicando todos los consejos recibidos, aumenté la toma de geles.
Hasta hace dos meses, por ejemplo, completaba un maratón tomando sólo 3 geles. En elEcotrail, en 8h30' de carrera, fueron 3 geles y 2,5 barritas. El resultado era que llegaba a los kilómetros finales fundido, justito para terminar. Eso si no pasaba como en Aínsa, con pajarón total en la mitad del recorrido. A partir del Isostar, y tomando buena nota de los consejos de Jesús Gómez, me mentalicé en cambiar la tendencia, obligándome a comer más y cada menos tiempo. Aunque no tuviera sensación de hambre o cansancio. Y así, el domingo tomé los Powergel en los kilómetros 10k - 20k - 26k - 36k y 45k, además de incorporar sales Isoactive en los avituallamientos, que también llevan carbohidratos. Con todo esto he conseguido llegar al último tramo de carrera en perfectas condiciones, incluso aumentando el ritmo. Porque os aseguro que lo de poder hacer los últimos kilómetros a 4'30 es algo que no había conseguido nunca. Que podría ser porque estaba descansado, porque era el día que tocaba o porque la temperatura era baja. Pero que desde luego la alimentación de antes y durante los 50 kilómetros tuvo mucho que ver, es algo de lo que estoy seguro.

ANALISIS DEL MATERIAL Y RECORRIDO
Este es el material que utilicé en las dos etapas:
ZAPATILLAS The North Face Single Track. Si ya son las habituales y de las que siempre os he hablado maravillas, en esta ocasión todavía más. Son las más adecuadas para este tipo de terreno, casi todo pistero y con caminos poco técnicos. Francamente, no entiendo cómo esta zapatilla no se vende más y se vende tanta Salomon. Una vez más, os animo a probarlas si teneis ocasión. Kilómetros y kilómetros sin sentir nada en los pies.

MOCHILA Salomon Advanced Skin Lab 5. En los avituallamientos sólo teníamos 1,5 lts de agua, y además en la segunda mitad estaban bastante espaciados, por lo que la mochila era la perfecta para la ocasión. Suficiente para los 6 geles, el móvil, una gorra, la bolsita para los desperdicios y el camel lleno con 3/4 de litro, no era necesaria más cantidad. La respuesta de la mochila, como siempre, que no es cuestión de criticar todo lo de Salomon, jejeje. Ya sabeis lo que pienso, que es la mejor mochila que existe para correr. Como si no llevaras nada.

CAMISETA Altus Tahití el sábado y Sport HG Active Plus el domingo. La Altus, para carreras cortas o con alta temperatura. Las HG, el descubrimiento del verano. Ya puedes sudar como un gorrinillo o empaparte de agua para refrescarte, que se mantienen secas al instante. Como hacía fresquete utilicé una compresora interior y otra de manga corta encima. El principal temor, que es que se me quede el estómago frío, con estas prendas ha pasado a la historia.

PANTALÓN Kalenji Comfort. Del Decathlón. Básico, bueno, bonito y barato. No molesta y me encuentro cómodo. Suficiente.

MEDIAS COMPRESORAS Altus GR16. Tenía mis dudas, al punto de que hasta el último momento dudé si ponérmelas. De un tiempo a esta parte creo que es más el efecto placebo que los verdaderos beneficios, pero al final salí con ellas. Acierto, porque esta vez sí note disminuir la sensación de cansancio en las pantorrillas. Creo que se merecen más oportunidades.

CALCETINES  Altus PRLP3. Vuelta a los orígenes. Tras mis "infidelidades" en Aínsa y el Isostar, de nuevo me calcé los de confianza. Como siempre, estrenándolos sábado y domingo. Sin problema de ampollas ni rozaduras ni humedas. Me quedo con ellos otra vez.
GAFAS DE SOL Altus Travis. Lo que le pido a unas gafas, más incluso que el aspecto solar en sí, es que no me caiga el sudor en los ojos. Estas llevan la almohadilla protectora alrededor de los cristales y cumplen esa función. Aparte, los cristales son muy oscuros y protegen muy bien del sol.

COMIDA Y BEBIDA  Powergel e Isoactive. Salí con 6 geles y 1 barrita también por si acaso. Tomé 5 geles en los 10k - 20k - 26k - 36k y 45k. Rellené el camel con las sales a partir del tercer avituallamiento.
COMPLEMENTOS Este fin de semana, más que unca, era hora de utilizar los productos BesT. 30' antes de salir en la primera etapa me apliqué en las piernas el Endurance. Por la tarde en casa me apliqué el primer masaje con Recovery y más tarde, al ir a dormir el segundo. El resultado es que el domingo me levanté sin ninguna sensación de cansancio, a pesar de que me exprimí más de lo que pensaba. Y en la etapa del domingo, de nuevo Endurance media hora antes de salir, experimentando otra vez las sensaciones de menor cansancio y retraso en la fatiga de las piernas. Productos muy recomendables, objetivamente.
Y estos son los recorridos de las dos etapas:


29 julio 2012

Marathon del Aneto. DNF.


¿Cómo comenzar la crónica de una carrera en la que el desenlace ha sido un abandono? Complicado y difícil de explicar cuando has preparado bien la carrera, has entrenado bien y llegas con la moral muy alta, convencido de que lo vas a hacer bien. Expliquémoslo pues desde el principio.

Primer error: tomar leche en el desayuno. Nunca lo hago antes de una carrera, pero bueno, eran las nueve de la mañana y hasta las 14h no empezábamos a correr. Se supone que tiempo suficiente para haber hecho la digestión. Mal, muy mal. Joder, a veces parecemos nuevos. 

Segundo error: seguramente desayunar unos huevos revueltos con chorizo no sea lo más adecuado. Pero vuelvo a lo de antes, con cinco horas por delante ¿por qué no permitirse meter al cuerpo lo que le apetece? Pues está claro porqué no. 

Tercer error: las camisetas que habitualmente utilizo en competición tienen un pequeño inconveniente, que es que no transpiran del todo, y enseguida se empapan de sudor tardando muchísimo tiempo en secar. Normalmente corro con una camiseta interior compresora debajo, para que me haga de pantalla. El sábado, con la temperatura que teníamos obvié la interior, no la creía necesaria ni por temperatura ni porque tampoco pensaba estar un porrón de horas por el monte.


A pesar de llegar a Benasque casi a las 23h del viernes, dormí perfectamente y descansé muy bien. Ultimamente me he quitado esos nervios precarrera y duermo de un tirón. El desayuno, abundante en previsión de lo que nos esperaba con las dos licencias que os he comentado antes, no me sentó mal de primeras aunque al rato sí no té algo de mala gana. Tampoco le di mayor importancia. Recogida del dorsal, con muy larga espera incluida. Creo que esto es algo que deben corregir. Al igual que el año pasado es algo caótico, largo y estresante. Pienso que debería plantearse realizar la entrega de dorsales a partir del viernes, se adelantaría mucho tiempo y nos ahorraríamos muchos nervios. Colocación de dorsal, vestimenta para la guerra, material encajado en la mochila y a esperar la hora de salir.

Apuramos para entrar al corral. Esta vez no revisan el material y entramos sin esperas. Antonio se queda a mitad de pelotón y yo me coloco por delante, junto con Luis, para salir rápidos y ahorrarnos los tapones del principio. Muy concentrado, me pongo la música en el Ipod a tope y me siento tranquilamente a esperar los diez minutos que faltan para la salida. Ya en pie, justo un minuto antes de salir, y ajustándome la mochila, me quedo en la mano con el cordón que sujeta uno de los tirantes de la Salomon. La bolsa de descompensa y aguanta todo el peso sobre el hombro izquierdo y los ajustes delanteros. No he salido todavía y ya empezamos mal. Intento olvidarlo, resulta incómodo pero tampoco es algo que vaya a impedir correr. Sólo es cuestión de acostumbrarse a la descompensación del peso…

Cohete de salida, el grupo se estira y abandonamos Benasque en el pelotón delantero. Me junto con Luis y poco a poco vamos escalando posiciones por el camino paralelo a la carretera hasta llegar al tramo de pista que sube a la presa dentro de, calculo, las veinticinco primeras unidades. Los kilómetros caen rápidos, a 5’ aprox. Quizás demasiado rápido, pero me siento muy bien. La carrera me la había planteado para salir a tope desde el principio, sin guardarme nada, y así lo estoy haciendo. Pico en el primer CP, k6, suave descenso hasta el camping con el público animando como el año pasado y sigo adelantando corredores. Una pequeña duda en un cruce y la pista ahora empieza a picar hacia arriba dirección Baños de Benasque. Me tomo el primer gel para coger con fuerzas el primer tramo de piedra suelta, que salvo sin dificultad y llego al tramo de carretera que sube a Baños y al CP2.



Aquí las cosas comienza a funcionar mal. Noto frío y malestar en la tripa. La camiseta la llevo empapada, me toco el estómago y está helado. Mala gana y tengo que parar a vomitar. Fatal. Echo el desayuno entero prácticamente sin digerir. Parece que noto algo de mejoría y sigo para arriba, llegando al CP2 k10,5 más o menos entero en 1h08’, pero con la tripa dura e hinchada. Pedrera hacia arriba, china chana las piernas van bien pero el estómago no. Tramo de sendero con raíces entre bosques donde paro a vomitar dos veces más. La segunda sólo arcadas porque ya no me debe quedar nada dentro. Para colmo de males, antes de bajar hacia los Llanos del Hospital tengo que volver a parar pero no a vomitar, sino a lo “otro” con bastante descomposición. A la vez, empiezan los sudores fríos. Empiezo a barajar la idea de quedarme en el CP3, pero en el descenso me recupero algo. Me animo a mi mismo a seguir. Intento convencerme de transformar este día en un entrenamiento de sufrimiento, de acostumbrar al cuerpo al límite para cuando vengan mal dadas, y en esas sigo cuando pico la pulsera en el CP3. Es el kilómetro 14 y llevo 1h39’ de carrera.

Lo más curioso de todo es que, a pesar de todas las penalidades, el año pasado aquí mismo sólo llevaba un minuto menos. Creo que por los Llanos me puedo recuperar. Tomo el segundo Powergel e intento poner un trote, que solo puedo mantener unos cientos de metros hasta que de nuevo tengo que parar a vomitar. Miro hacia delante, hacia el camino a la Picada. Y miro hacia atrás, hacia el control que he dejado quinientos metros a lo lejos. Y de nuevo tiro hacia delante. Por aquí esta Ramón, fotito de rigor y ánimos. Llego al último punto donde coger agua antes de afrontar el ascenso final. Baja helada y me sabe a gloria. No sé si me bebo casi un litro de trago. 10’de reloj parado, refrescándome. Bueno, parece que otra vez la cosa mejora. ¿Qué hacemos? Pues seguir, por cojones. Venga, hacia arriba, que me acuerdo del año pasado que antes de las zetas hay dos kilómetros de llaneo por el valle.



Pero no, tampoco. Ya no vomito, pero la tripa sigue fría y empiezo a marearme. Obviamente, ya no puedo ni correr. Ando, me paro, ando, paro, respiro hondo, paro… así hasta justo la base del puerto de la Picada. Llego me paro,miro hacia arriba y pienso si seguir o no… Y venga, empiezo el ascenso, que sólo aguanto doscientos metros. Sudo bastante y tengo bastante frío. Luego me comentaría Antonio que cuando me crucé con él tenía la cara completamente blanca. Y aquí, después de 19 Kms y 2h38’ desde que se dio la salida en Benasque, me quitó el dorsal 748 del pantalón. Lo doblo, lo guardo en el bolsillo y empiezo el camino de regreso hasta el CP3, donde certifico mi abandono.

15 julio 2012

Isostar Desert Marathon 47k


Hay días en los que te despiertas, te desperezas, te levantas de la cama y tu cabeza te dice que algo va a pasar. Has descansado bien, estás tranquilo, desayunas fuerte, todo esta en orden, y tu cabeza sigue diciendo que hoy puede ser uno de esos días en que las cosas salen bien. Llegas a la salida, recoges los dorsales, preparas el equipo y cada minuto que pasa estás más motivado. Te colocas en la zona de salida y sólo quieres empezar. Se da el pistoletazo de salida y corres como si no hubiera mañana. Avanzan los kilómetros y todas esas sensaciones positivas no sólo no disminuyen sino que aumentan. Y piensas que sí, que definitivamente hoy será un gran día.


El IDM no estaba previsto en mi calendario. Participar fue una decisión impulsiva y de última hora, tomada tras el fiasco de Zegama y la mala carrera que salió en Aínsa. Necesitaba algo que me quitara el mal sabor de boca, y la elegida era la prueba de No Limit. Cercanía a casa, distancia asequible, tipo de terreno que se me adaptaba perfectamente y quince días para prepararla. El día adecuada para quitarme la espina clavada.


Para aumentar al máximo el tiempo de descanso, paso la noche anterior en Peñalba, a escasos 10’ de la salida, para madrugar lo menos posible y corregir uno de los errores de las últimas veces.  A pesar de ello, toca diana a las 6:00 AM, y es que la salida de la carrera es a las 9:00. Hay que desayunar, recoger dorsales, preparar material y tenerlo todo listo media hora  antes de la salida para pasar el control, algo que hacemos tanto Juan como yo sin novedad. Las 1500 calorías la complemento con cereales, a sabiendas de que no los consumiré, y con algunas gominolas. Bien cenado y muy bien desayunado (con el superpastel de chocolate ese que dice Juan que toma Kilian), en la mochila llevo para consumir 5 Powergel y 2 Powerbar, y mentalizado de comer mucho más que las últimas veces. Desde el principio y a menudo, sin que llegue la sensación de hambre. Además, 1,5 litros de agua con sales Isoactive permanentemente en el camel. También por vez primera en competición, utilizo los productos Bes-T y me embadurno las piernas con el Endurance. Juanma dice que se corre más. Veremos... Estreno también la camiseta Sport HG roja con active plus carbón.

Busco un lugar en mitad del pelotón de 300 participantes para coger un ritmo cómodo. Salida puntual, con cohete, y empezamos la lucha. Esta vez me había planteado la carrera de una forma distinta. Iba a salir a tope desde el principio, y tirar a saco hasta que el cuerpo aguantara, fueran diez, veinte o treinta kilómetros… También con el Ipod y la selección kañera desde el principio. Y así lo hago de tal forma que entre que voy rápido y que en cabeza nadie marca un ritmo rápido, me encuentro a los quinientos metros en el quinteto de cabeza, que más tarde se convierte en un trío y en que encima marco yo el ritmo. Vaya, jamás había ido en cabeza de una carrera y no deja de ser una sensación curiosa, distinta para los que nunca nos vemos en estas situaciones. Pero una cosa es que quiera ir a tope y otra muy distinta que pueda mantener ese ritmo durante 46k. El k5 lo pico en 22’, momento en el que decido bajar un poco el pistón. Me pasan tres y me quedo en un cuarto puesto que no abandonaré durante muchos kilómetros. El recorrido es muy variado, alternando las zonas de pista con auténticas emboscadas de piedra suelta en las que casi es imposible encontrar un apoyo decente. Justo al paso por el 10 (46’04) me tomo el primer gel. Sigo con buenas sensaciones rumbo al CP1, al que accedemos tras un tramo por monte abierto y un corto pero divertido descenso. Es el k12 y el Garmin me marca 58’. Parece que la cosa va bien. Me siento muy animado y con fuerzas. Esta mañana había dicho al levantarme que sería un gran día y lleva camino de ser cierto.



Salgo del CP tranquilo, echando un vistacillo al road book, avanzando por terreno complicadillo y roto por las tormentas con tramos difíciles hasta llegar a una inmensa pista de más de 3 kilómetros que se hace interminable. Noto una leve bajada de fuerzas y automáticamente hecho mano al segundo gel. Un poco pronto, k18, pero me lo pide el cuerpo. Me sienta de maravillo y de nuevo cojo velocidad de crucero rumbo al CP2. Se estira un poco más lejos de lo que creía, hasta el 26, pero  a pesar de eso este tiempo entre controles se me ha pasado volando. Qué rápidos pasan los kilómetros cuando las piernas responden. Pico en 2h07, me cantan la sexta posición, cojo una silla y me tomo mi tiempo. Recarga de sales en el camel, uno poquito de descanso, otro poquito de sombra, ducha con el agua sobrante y al camino de nuevo. A partir de este punto alcanzamos a algunos de los participantes en la carrera de 100k, que salieron a las 12 de la mañana del día anterior. Llevan en sus piernas 24 horas de carrera y procuro darles ánimos cuando les adelanto. Aunque el calor nos está respetando, se nota la temperatura y el ritmo deja de ser tan alegre, aunque no decae. El últipo CP está en el k39. Cuando llegue a él, en principio, quedará poquito. En principio porque el recorrido es secreto y no sabemos lo que no espera. Al cambiar de dirección, el viento pasa a darnos de cara, lo que hace más difícil el avance. El k30, donde tomo el tercer Powergel, lo paso justo en 2h30’. Allá, a lo lejos, se ve el CP, parece que cerca pero a nada menos que nueve kilómetros de distancia. Se me hace larguísimo este tramo. Es el momento más difícil de la carrera. Es hora de apretar los dientes y subir la música al máximo para dejar atrás los kilómetros entre cantos rodados, piedras sueltas y charcas con agua ponzoñosa.



Por fin, después de un largo e interminable camino en ligero descenso pero en muy mal estado paso la tarjeta por el control del CP3. 39 Kms en mis piernas y 3h20’ de carrera. No paro mucho, quedan ya sólo por delante 7, no más de 45’ pienso. Busco los cortes de Metallica y salgo a darlo todo en lo que queda. Pero claro, si me esperaba que iba a ser fácil no podía estar más equivocado. Son solo siete kilómetros, pero sin duda los más duros de todo el recorrido. No sólo porque ya llevamos unos cuantos en la mochila, sino también por el tipo de terreno. Los tres primeros, por pista en ascenso y más tarde llana los solvento con facilidad, a 5’, animado por ver que va quedando poco pero en el momento que dejamos a un lado el camino el tema de complica bastante. Se veían cerquita las carpas de meta, pero era un espejismo. Demasiado fácil, y nos desviamos por zonas de campo abierto. Unas veces sin siquiera camino marcado y otras con camino pero francamente difícil. El cuerpo ya no responde como antes y se me hace complicado avanzar a paso firme. Los kilómetros los paso ahora en 6’. Para colmo, los datos del GPS ya me aventuran que no saldrán 46 Kms de ninguna manera, hay más recorrido por delante. Monte, senda, piedra, pequeños muros de un metro que tenemos que salvar... Terreno difícil de correr hasta que por fin salimos de nuevo a la pista que desembocará en meta, no sin antes salvar un ascenso muy puto. Y cuando ya creo que estoy, tampoco. Otra bajada, un paso subterráneo, otra subida que me parece un muro y por fin el perímetro del Monegros para cruzar la línea de meta en 4h19’ y 9ª posición tras cubrir los 47,5 Kms que han sido al final.
No sé si ha sido la mejor carrera de nunca, pero sí la que me ha dejado más satisfecho. He salido con muchas ganas de quitarme la espina y lo he conseguido.

REFLEXIONES Y ANÁLISIS DE CARRERA Y DEL MATERIAL UTILIZADO
El lunes siguiente al Ultra Trail Sobrarbe os comentaba mi teoría acerca de que yo pienso que hay quienes estamos más dotados para un tipo de carreras, y hay quienes lo están para otras. Después de los 47 Kms del Isostar Desert, me reafirmo en ello.
Creo que por mucho que entrenemos, que metamos horas, que suframos, siempre nos encontraremos más cómodos en un terreno determinado. Es algo que va con nuestras cualidades. Para unos serán los desniveles brutales, los ascensos interminables, las bajadas técnicas. Para otros son los días calurosos, los caminos pedregosos, las rectas interminables que se pierden en el horizonte. ¿Mejores? ¿Peores? Simplemente distintos. De una forma u otra nos tenemos que adaptar al medio. Sufrir más cuando el terreno no nos gusta y apretar o que da de sí el cuerpo cuando nos adaptamos al medio. Si cuando una carrera sale mal toca analizar las causas, si el resultado es positivo también es hora de buscar el porqué. En ambos casos el resultado es la suma de muchos factores. La distancia, el recorrido, el tipo de terreno, el desnivel de la IDM que se adaptaba al 100% a mi, aprender de los últimos errores cometidos… Un cúmulo de circunstancias que se juntaron el domingo.

La primera de todas, el extra de motivación que tenía. Tras los bajones de Zegama y Aínsa (por una u otra causa) llegaba con unas ganas salvajes, deseando olvidar esos malos pensamientos. Eso es lo que hizo que, sin querer, me colocara en el grupo de cabeza. A ver, no nos engañemos, es algo que no me corresponde. A veces pasa y hay que aprovecharlo, pero no es la norma. Otro factor importante, el descanso. La noche del viernes dormí doce horas y para apurar, el sábado dormí en Peñalba para no madrugar. El resultado es que llegué a la línea de salida al 100% de energía. Más cosas, la comida. Olvidé los malos hábitos. Cené abundantemente, desayuné como un cerdito y durante la prueba tomé más geles que de costumbre y cada menos tiempo. Eso me dio gasolina hasta casi el kilómetro 43, sufriendo solamente los cuatro últimos que, esos sí, se hicieron largos. La táctica que habría preparado también funcionó. Bueno, más que táctica, era salir al máximo hasta que el cuerpo aguantara, casi como pollo sin cabeza. No lo había hecho nunca y oye, pues había que probar. Hubo suerte, y cuando los síntomas de cansancio aparecieron, tenía una posición cómoda que pude mantener puesto que las distancias eran bastante grandes.
Y para terminar, pero seguramente el más importante, es aspecto sicológico. Ves que las cosas salen bien, que el cuerpo responde, que puedes seguir a buen ritmo, que la gente no viene por detrás, que no tienes problemas ni de motivación ni físicos… todo eso te da alas para avanzar.

Bueno, y éste es el material que utilicé en carrera:
ZAPATILLAS The North Face Single Track. Pues eso, las de siempre. Nada nuevo que contar sobre ellas que no haya dicho ya antes. Las sigo recomendando y las seguiré comprando mientras no las descataloguen. Hay quien dice que le parecen demasiado blanditas. A mi precisamente es lo que más me gusta de ellas.

MOCHILA Salomon Advanced Skin Lab 5. Pues esta vez vino un poco justa. No por las necesidades de la carrera en sí, sino porque creo que la Organización se pasaba con el material obligatorio. Especialmente la botellita de 0,5 lts de agua que era obligatorio llevar para emergencias y las 1.500 calorías. En mi opinión, ambas cosas excesivas. Sobre todo el agua era difícil de encajar, más todavía cuando ya llevas el camel con 1,5 lts.

CAMISETA Sport HG Active Plus. La testaba aquí y me dejó supersatisfecho. Lo mejor de todo, que se mantuvo seca durante la totalidad de la carrera. Ni rastro de sudor por ninguna parte y secado rapidísimo tras las duchas de agua en los CPs. Una buena elección que seguro repetiré más veces.

PANTALÓN Kalenji Comfort. De nuevo el de siempre. Básico, cumple su función y no molesta. Suficiente.

MEDIAS COMPRESORAS Altus GR16. Bien de nuevo. Quizás algo gordas para su utilización en pleno verano, pero no resultan incómodas. Otro fijo de las carreras.

CALCETINES  Injinji Perfomance Original. No me hago a ellos. Ya sé que todo el mundo habla maravillas, pero no termino de acostumbrarme a los calcetines con dedos. Tampoco puedo hablar mal, simplemente no me adapto a la sensación de llevar tela entre los deditos. Seguiremos intentándolo.

COMIDA  Powergel y Powerbar . Salí con 5 geles y 2 barritas, uno más de cada que lo habitual y tomé los 4 geles. De ellos, sólo el segundo me lo pedía el cuerpo porque amenazaba bajón. El resto, cada 10k. Los asimilé perfectamente y no noté ningún bajón como, por ejemplo, en Aínsa.
COMPLEMENTOS Los había probado en entrenamientos, pero no antes de una carrera. 30' antes de salir me apliqué en las piernas el Endurance. Me pareció que sí hacía efecto. Tardé mucho más de lo habitual en sentir el cansancio en las piernas y el dolor muscular. Tras el esfuerzo, me apliqué el Recovery. Este ya lo conocía más en profundidad de los entrenamientos. Un masaje tras el esfuerzo acelera la recuperación.  
Este es el track del Isostar




30 junio 2012

Ultra Trail Sobrarbe 4kk


Creo que tengo que empezar a mentalizarme de que la combinación desnivel + montaña + ultratrail no está hecha para mi. O yo no sé adaptarme a ella o mi cuerpo no está hecho para estas cosas, que también puede ser. El resultado de mezclar los ingredientes por separado es bueno, pero si los juntamos el cóctel es explosivo, como pude volver a ver ayer. Eso, o que ahora mismo hay algún problema en la maquinaria, porque el bajón desde mayo tampoco es muy normal después de las buenas carreras que salieron en MotorlandParís y la Jorgeada. El hundimiento fue radical, de repente y sin esperarlo y esta vez no fue la cabeza si no el físico. Algo debe haber detrás en la alimentación, en el descanso, en alguna parte...

Con los horarios de salida de la carrera, esta vez por obligación había que ir a dormir por allá la noche anterior. Recogida de dorsales, cena en Aínsa con Chema y Andrés y a  Boltaña rápido a preparar las cosas y a dormir. ¿Dormir? Demasiado poco porque a las 4:00 AM estábamos arriba, lo que significa que tomaríamos la salida con cuatro horas de descanso. Se debe notar, porque me dicen que llevo una cara de sobao impresionante. Un cafecillo en el polideportivo me entona algo y tras los últimos preparativos pasamos el control de firmas y vamos a esperar la hora de salida, que se da con cinco minutillos de retraso. Me gusta que estos días la gente sale a ritmo tranquila, así que te puedes colocar tranquilamente en mitad del pelotón y coger el ritmo más cómodo para uno mismo.


Tres kilómetros de asfalto que vienen muy bien para soltar las piernas hasta que cogemos una senda y empieza la bueno. Rápidamente nos ponemos ya en fila de a uno y el terreno comienza a picar hacia arriba, ascenso que no dejamos hasta el Cuello de San Beturián, en el k5 de carrera. Descenso y primer avituallamiento, en el que no paro. Me encuentro bastante bien. Nada más salir de él aparece ante nosotros el primer ascenso del día, que nos lleva hasta el Monasterio de San Beturian. Sólo es un kilómetro de ascenso con 200 mts, que me lleva 15’. Engañaba cuando lo veíamos en el mapa. Segundo control, Km. 10,5 y 1h25’ de carrera. Aquí sí paro, relleno de agua, como continúo. Empiezo a tener sensación de hambre, mal asunto tan pronto, y me tomo una Powerbar de coco.

Ahora el terreno es más favorable, en suave descenso combinado con algunos toboganes que obligan a andar entre medio, con pasos muy bonitos en zonas boscosas y paisajes lunares de margas, similares a los que nos encontramos en Oturia. Kilómetros fáciles a unos 7’/Km hasta San Juan de Toledo, avituallamiento justo antes de comenzar el ascenso más largo. Km 17,5 y 2h10’ de carrera. Aquí me tomo mi tiempo. Como, echo sales al camel, relleno de agua y me pongo en marcha hacia el Collado el Santo, 5 Kms de ascenso hasta la cota 1796 desde los 900 mts. Van pasando, lentos y difíciles en 15’, 18’, 19’… Realmente se me hace muy complicada la subida. Cuesta avanzar, sobre todo en la primera mitad del ascenso. Hay una fuente con un agua fresca y helada que me da la vida. Será el agua o serán los cinco minutillos de parada que hago allí pero me animo bastante en lo que resta, enlazando los dos últimos kilómetros en sobre los 13’ y tocando chufa arriba tras 3h30’. El ascenso al Santo me ha llevado 80’… Vertiginoso descenso de 2 kilómetros (por cierto, cómo he mejorado en las bajadas el último año) y avituallamiento rodeados de vacas en una apacible pradera. Cae un Powergel y ahora vienen por delante 9 Kms todos en descenso. No sé cómo ni porque, vuelo. Tramos a 5’, alguno incluso a 4’… Vale que es 100% pista y descenso, pero igual es demasiado deprisa. Pero como me siento bien tiro todo lo que puedo.




Hasta el avituallamiento del 33,7. 4h37’. Es el momento Ipod. Repongo sales, tomo el segundo Powergel, relleno de agua y… comienza el calvario. Es salir de la pista, coger el primer ascenso en senda y las piernas dejan de funcionar. Algo radical, un hachazo impresionante como nunca había sentido que me deja clavado paso tras paso. No puedo correr y duras penas andar. Las piernas comienzan a dolerme. A pesar de que llevo la música y mentalmente me animo a seguir, me resulta dificilísimo. Me vienen a la cabeza los zombies de “The Walking Dead”, no hay una comparación mejor para que os hagáis una idea de mi avance entre los bosques. Y, para colmo, las subidas son auténticas trampas que me dejan más clavado todavía. Me da la sensación de que son auténticos muros. Las minutadas que me caen son salvajes. Kilómetros de penalidades a más de 15’...  primero entre la umbría y luego por más tramos lunares de piedra suelta entre zonas de margas erosionadas. No sé si una pájara es así, porque nunca me había pasado. O si el tío del mazo cuando viene a pegar lo hace con tanta fuerza, porque tampoco lo conocía todavía, pero la sensación de impotencia que me entraba, ese querer y no poder, no sé explicarla con palabras.



A lo lejos, por fin, se ve Ceresa. Ultimas cuestas, calles estrechas, aplausos y, al doblar una esquina aparece de bruces el arco de meta. Me quedó aquí y me doy por satisfecho con ser finisher de los 43 Kms del Maratón, que he completado en 6h28’. 2200 mts de desnivel positivo y 1600 negativos en la carrera en la que, seguramente, peor lo he pasado.



REFLEXIONES
A lo largo de los años que llevo corriendo había pasado por muchos estados durante una prueba, pero lo del sábado fue algo totalmente nuevo que no había sentido nunca. Esa sensación de falta de fuerzas, se quedarte clavado de repente y ver que por mucho que lo intentas no consigues tirar supongo que son la tarjeta de visita del Hombre del Mazo, al que no tenía el gusto de conocer y que espero que, con esta visita, se dé por satisfecho y no vuelva.

Ahora toca analizar las causas que lo motivaron. Os decía antes que había entrenado muy bien las semanas anteriores, y así había sido. Volumen, buenos ritmos, buenas recuperaciones después de las sesiones… La precarrera sí que fue algo más extraña. Solamente 4 horas de sueño, que para mi que en poquísimas ocasiones bajo de las ocho me supieron a muy poco. A cambio, las dormí de tirón, muy tranquilo. El desayuno fue también demasiado suave. Apenas un puñado de cereales y un café en el polideportivo, del todo insuficiente para lo que teníamos por delante pero no me entraba mucho más. Y más tarde, en carrera, me sentí muy bien hasta el k34. Cierto que se me atragantó la subida fuerte, pero la salvé dignamente y en el descenso y los posteriores tramos de pista iba muy bien, demasiado bien. Lo que más me sorprende es que fue un hundimiento radical, no un cansancio progresivo en el que me fuera apagando poco a poco sino que, de repente, el cuerpo se paró. Antes comí poco, no me entraba el alimento y bebí muchísimo, como nunca. También tuve unos ligeros mareos, ya cuando vagaba sin rumbo y sensación de sudor frío, síntomas que no duraron mucho.
Y como de todo hay que buscar el aspecto positivo, me quedo con haber cruzado la meta del maratón y con las cuatro primeras horas de carrera. De todas formas, aprovechando las vacaciones, en agosto me haré un completo chequeo para descartar cualquier anomalía en el cuerpo, que son cosas que no cuestan nada y siempre lo vamos dejando. Y a ver si de una vez por todas comienzo a llevar una alimentación equilibrada.

MATERIAL UTILIZADO
ZAPATILLAS The North Face Single Track. Pues eso, las de siempre. Prácticamente lo estrené, sólo había hecho 25 Kms con ellas y poco que añadir a todo lo que he comentado ya de ellas otras veces. Un valor seguro.

MOCHILA Salomon Advanced Skin Lab 5. Poquito era el material obligatorio. Incluso dejé de llevar el cortavientos dada la previsión meteo. Con una riñonera con bidones hubiera bastado, pero siempre me ha resultado más cómoda la camel.

CAMISETA Altus modelo Tahití. El uniforme oficial de las carreras. Esta vez sin ni siquiera capa compresora interior, que a pesar del calor no hubiera venido nada mal como primera capa, puesto que la camiseta terminó bastante empapada.

PANTALÓN Kalenji Comfort. Ya sabes que en el tema pantalón no soy nada exigente. Uno que me tape, que sea un poquito largo (que no me gustan los del Mundial 82) y a correr.

MEDIAS COMPRESORAS Altus GR16. He reducido su utilización para incrementar sus beneficios. Al ponérmelas todos los días, en los entrenamientos más exigentes no notaba nada nuevo. Ahora me las pongo sólo en carreras y en salidas largas.

CALCETINES Injinji Perfomance Original. Después de oir maravillas de ellos durante años, y gracias a los distribuidores en España, me lancé a usarlos en una carrera. Directamente, sin antes probarlos en entrenamiento. Mal hecho, porque aunque no me fueron mal, no llegué a acostumbrarme a la extraña sensación de llevar "algo" constantemente entre los dedos. Volveré a darles otra oportunidad en la Isostar Desert del próximo día 15.

COMIDA Powergel y Powerbar . Salí con 4 geles y 2 barritas. Tomé una Powerbar y 2 Powergel. Cada vez como menos en carrera, y quizás por allí también puede venir el bajón del rendimiento.