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30 septiembre 2012

Puyada Oturia 2012


El primer año que participé en Oturia, una caída a ocho kilómetros de meta hizo que llegara a Sabiñánigo con una brecha en la frente que necesitó cinco puntos, aunque muy contento.
El segundo fue mejor, aunque no conseguí hacer el tiempo que me había propuesto. Salí demasiado reservón y luego ya no hubo trozo para correr. Un poquito contento y algo insatisfecho.
El tercero, ni flus ni flas. Al contrario que el anterior, salí a tope y en los kilómetros finales me fallaron las fuerzas. Descontento e insatisfecho. Y el año pasado todo fue mal. Sufriendo desde los primeros kilómetros, notando que las piernas no iban, bastante hice con arrastrarme hasta la meta firmando el peor tiempo de todas las participaciones. 
¿Qué sorpresa nos depararía la prueba este 2012?

De momento, la principal sorpresa era estar allí. Uno nunca se cansa de las carreras que te gustan, y no me importa repetir aquellas que me han impactado especialmente pero el año pasado terminé ya algo saturado, también supongo porque nunca me ha salido bien del todo. A primeros de año tenía decidido hacer otra cosa en estas fechas, concretamente la Madrid Segovia. Pero las tres semanas de inactividad en agosto por un lado y la imposibilidad de coger fiesta en el trabajo para ir a Madrid el viernes me obligaron a cambiar de planes. Y como Antonio mi compi de trabajo estaba apuntado, puse en marcha el plan B, participar por quinta vez en la Puyada Oturia.




Además, poco a poco, todo se iba torciendo. Os acordáis del personaje que interpretaba Antonio Resines en la serie Los Serrano? En ocasiones hablaba de aquello de la “mente sucia” y cosas parecidas. Y por qué os cuento esto? Hay quien corre para desconectar, utlizando el running como una válvula de escape. En mi caso es lo contrario. La cabeza debe estar limpia para rendir bien. Si no, mal va la cosa. Y ahora mismo, por razones que no vienen al caso por aquí,  no termina de estar muy bien amueblada. Semana mala, poquitas ganas de ir a Sabiñánigo y, por extensión, nulas de chuparme 38 Kms. Pero bueno, me obligué a hacerlo. Pienso que, a veces, encabezonarte en estas cosas puede ser positivo de cara al futuro, a la hora de afrontar retos complicados. Aunque quizás, a estas alturas ya, uno debería aprender a quedarse en casa cuando no apetece salir a correr. Pero bueno, vamos a hablar de lo que fue la carrera, que para eso es para lo que pasais por aquí.


Allí estábamos, en la línea de salida de Pirenarium, Antonio y yo junto a poco más de setenta participantes para afrontar esta nueva edición de la Puyada con el único objetivo de terminar e intentar sufrir lo menos posible. Por cierto, que finalmente he salido con la mochila, y no me ha penado en absoluto, al contrario ha sido una muy buena elección.  El recorrido es el mismo de todos los años, lo que no deja ningún margen para la sorpresa. Salida tranquila, sin forzar y en cola de pelotón. Por lo menos este año al principio las piernas me responden bastante bien, lo que me da moral para afrontar las primeras rampas con fuerza. A ritmo constante llego al primer avituallamiento, un traguito de agua, y a por el descenso que me lleve hasta el río. El terreno está muy seco, se nota que no ha llovido nada este verano y hay que tener más cuidado de lo normal con toda la piedra suelta. K9, avituallamiento y 1h07’. Parada a beber, primer gel y a seguir el curso del río (seco), pasar por la tubería y seguir hasta Osán. Aquí empezamos un terreno de toboganes, no especialmente técnicos, que se van pasando fácilmente. A diferencia de otros años en éste ni adelanto corredores ni me adelantan. Menuda diferencia con esas ediciones en las que nos hemos juntado 400 participantes. Así hasta que legamos al k14, donde verdaderamente empieza lo bueno.
Tercer avituallamiento y segundo Powergel que dan paso a 3 kilómetros de ascenso constante, sin apenas descanso hasta la ermita de Santa Orosia, a las faldas de Oturia. Este año "sólo" me cuesta 40’ subirlos, ayudado un poquito por un corredor que llevo delante y me va marcando un ritmo cómod. A mitad del ascenso, cuando salimos del bosque comienzo a encontrarme mal. De nuevo el malestar en el estómago, el frío en la barriga y ganas de vomitar. El suave descenso hasta el cuarto avituallamiento, que me parece un oasis en el desierto, lo hado andando porque me resulta difícil correr. Me siento en una piedra y ahí me quedó durante 12’, viendo pasar a los de la carrera de bicis y sopesando muy seriamente la idea de quedarme allí. Ni voy bien ni tengo muchas ganas de seguir. Tengo muchísima sensación de sed, pero cada vez que bebo siento muchísimo malestar en el estómago.  Vamos, que prácticamente lo tenía decidido, pero entre que al  final no llego a vomitar del todo y que pienso que todo esto servirá de experiencia, me levanto y me pongo en marcha hacia la cima. Llevo 18k y 2h42’ de carrera. El ascenso final, aunque duro, siempre me resulta más fácil que lo que he dejado atrás, por lo que no es difícil animarse un poquito en el tramo final. Paso algo de frío por arriba, pero toco chufa en 3h12’… Bueno, está mal pero tampoco fatal dadas las circunstancias.



Empiezo los 7 Kms de descensos continuados que desembocan en Satué. Si ya de normal es complicado me da la sensación de que hay más piedras que otras veces. Toca ir con mucho cuidado. El problema es que, cada vez que me echo un trago de agua, me sigue sentando como un tiro en el estómago, y me produce unas ganas enormes de vomitar. Hace calor, sudo como un cerdito y tengo algo de tiritona. El avituallamiento del k28 de nuevo me salva la vida. Aquí directamente me siento en el suelo y mi estancia se prolonga durante 14’. Pierdo la cuenta de los vasos de Aquarius que me tomo, pero no me recupero. La sensación de sed es contínua, pero a cambio de beber la tripa se me hincha y da sensación de mareo. De nuevo estoy a puntito de quedarme y abandonar. Esta vez, incluso más convencido, comienzo a quitarme los imperdibles del dorsal... pero al final, todavía no sé cómo me levanto, pienso en que sólo me quedan diez kilómetros por delante y que, joder, si hemos llegado hasta aquí hay que tirar para delante. 4h20' y hora de dar el último arreón. Además, lo que queda es más favorable. Son tramos de terreno menos montañero y más de monte, con caminos y toboganes de subida y bajada a los pueblos. Curiosamente, al abandonar el avituallamiento y pasado un rato, parece que ya he asimilado lo que he bebido y puedo correr mejor. Por lo menos los kilómetros pasan más deprisa. En el 34, último avituallamiento donde me vuelvo a tomar mi tiempo, si bien esta vez ya sin malos pensamientos. Kilómetros finales, subida a la tachuela final, esa que tanto daño hace y descenso hasta la meta de Pirenarium, que cruzo tras 5h47'.

10 septiembre 2012

Mi nueva web

Mi nueva web, actualizada diariamente, es

www.almasyrunner.es

02 septiembre 2012

Desértica Extrema 11k + 50k


Y el estudiante que se presentó sin estudiar aprobó, o cómo la vida te da sorpresas. Sorpresas te da la vida.

Con unos cuantos años corriendo a la espalda, más o menos todos nos conocemos. A nosotros mismos, a nuestro cuerpo y a lo que podemos hacer cuando se nos pone por delante una carrera. Por eso, cuando me apunté a la Desértica, y encima a los 11 + 50, tenía claro que sólo había un objetivo. Y ese objetivo era terminar. Así, sin ningún atajo. Acabar de la mejor manera posible, porque este año el parón veraniego sí que había sido total. 3 semanas, 20 días para ser exactos del 3 al 22 de agosto sin calzarme las zapas y retomando los entrenamientos sólo 10 días antes de la Extrema. Lo que significaba que, entre días de descanso y demás, llegué el sábado a Valmadrid con 6 entrenamientos en todo el mes y la escalofriante suma de 110 Kms en total. Así que, de verdad, creedme cuando os digo que llegaba falto de forma, falto de kilómetros y falto de confianza para meterme 50 Kms entre pecho y espalda. No era un farol. Bea lo sabe, y sabe que el tiempo objetivo que le dije era entre 5 y 6 horas. Que no viniera antes porque tendría que esperarme mucho rato.



1ª ETAPA. SÁBADO. VALMADRID. 11 KMS. 
Con esos pensamientos me planté en Valmadrid el sábado por la tarde, donde se disputaba la primera etapa, y donde fui acompañado de Marcos, que también estaba apuntado. Día pestoso, de los que no me gustan nada para correr. Alfo de resquito y con bastante cierzo, demasiado. Vamos, de esos en los que casi has sudado al terminar. Menuda diferencia con lo que nos hemos encontrado en los meses de julio. Recorrido cortito, al final de 10 Kms, que era el mismo que hace dos años. Caminos, pista, algo de campos labrados y algo de cresta. ¿La intención? Pues dosificarse, guardar para lo que venía el domingo y no exprimirse demasiado. ¿El resultado? Los cojones. Ya me explicareis vosotros qué tienen los dorsales, que es pinchártelo en el pantalón (sí, es que ahora me lo pongo en el pantalón) y olvidarte de todos tus planes para ponerte a correr a saco. Pues eso. Ni reservar, ni guardar ni nada. 42’30”, 3º en la clasificación provisional y para casita y a pensar en mañana. El recorrido, divertido pero bastante duro por el viento, sobre todo durante la primera mitad. Eso, los pasos por campos labrados que literamente te dejaban clavado, y los últimos dos kilómetros hechos a saco me hicieron finalizar justito de fuerzas. Al terminar la carrera no me sentía especialmente cansado, pero más tarde por la noche sí. A pesar de los masajes con Recovery tenía mis dudas sobre cómo estaría para los 50k y de cómo responderían las piernas. Afortunadamente, al día siguiente por la mañana todo estaba en su sitio.



2ª ETAPA. DOMINGO. BELCHITE. 50,5 KMS. 
Va, la verdad. Cuando ha sonado el despertador a las 5:30 se me ha pasado por la cabeza quedarme en la cama… Poquitas horas de sueño, pero por lo menos buenas. Desayuno fuerte, que ya he dejado atrás eso de comer poco, y rumbo Belchite a todavía de noche con temperatura fresca, junto a Enrique y Juan. Tiempo de sobra para preparar todo. Con lo friolero que soy, y dado el cierzo que sopla y que nos acompañará la primera mitad de carrera, salgo con dos camisetas: una compresora interior y la de encima. Aprovecho para vaciar algo de agua del camel, no va a hacer calor y no será necesaria tanta. Salgo con medio litro.
Me coloco en la salida al final del grupo. Estoy muy tranquilo, sin ningún tipo de presión y sólo espero que todo salga bien. Salida puntual a las 8:00, el Ipod a tope desde el principio y nos ponemos en marcha dirección La Puebla de Albortón. Intento coger un ritmo cómodo, en el que no note demasiado esfuerzo y mantenerlo todo el tiempo que sea posible. El cierzo se nota muchísimo, ahora siempre de cara o de costado, pero no busco refugio en ningún grupo. Mejor a mi marcha, sin coger otro ritmo que no sea el que me va bien. Los primeros cinco kilómetros, por caminos de piedra suelta y picando ligeramente hacia abajo me salen por debajo de cinco. Bien, pienso. No me cuesta mantenerlo y los segundos cinco, aunque comienza a picar hacia arriba y el cierzo se hace todavía más insoportable siguen rondando el mismo ritmo, picando los primeros 10k en 50’54”, no sin antes dejar atrás el primer avituallamiento (sólo 1 botella de agua de 1,5 lts) por el que paso de largo si bien a su altura me tomo el primer Powergel. Entre el k10 y el k15 el terreno es francamente hostil. En el camino hay bastante piedra suelta y además teneos que salvar el desnivel que nos lleva a un vértice geodésico. Añadimos el viento, de nuevo de cara, que en algunos momentos hace muy difícil avanzar. Pero bueno,ahí seguimos. En el segundo avituallamiento (k16) si pillo agua y avanzamos por una pista totalmente plana que más bien parece una autovía de tres carriles y que nos lleva hasta La Puebla de Albortón, donde está situado el tercer avituallamiento y también el kilómetro 20. Cae el segundo gel. Son ya 1h44’ de carrera, un tiempo que está muy por debajo del mejor de mis pronósticos mentales. Y lo mejor de todo es que ni noto cansancio en las piernas, manteniendo holgadamente los 5’/km , ni me noto tocado sicológicamente por la lucha contra el viento.



Comienza ahora la parte más dura, que además es nueva en esta edición. ¿Qué sorpresa nos habrán preparado este año? Pues seis kilómetros de continuo y tendido ascenso, casi sin ningún descanso y con viento todo el tiempo de cara. A alguno por delante veo que se le vuela la gorra, jejeje. Tramo complicado, que se hace más llevadero por el paisaje que es bastante bonito, pero en el que no queda más remedio que andar a veces. Tampoco pasa nada, porque la cosa marcha bastante bien y en el avituallamiento del 26 pico en 2h22. Al lado, como quien dice, se ve Valmadrid. Aquí sí que paro y me tomo mi tiempo. Relleno el camel de agua, añado sales, me tomo otro gel y me pongo en marcha de nuevo. Como es evidente, todo lo que hemos subida ahora lo tenemos que descender por el otro lado, y además el viento pasa a empujar, lo que es de gran ayuda, ya que la bajada la hago casi sin darme cuenta (k30 = 2h45) y al terminarla el resto de los caminos sigue picando hacia abajo. Está claro que los 20 kilómetros que nos quedan por delante son muchísimo menos duros. Nos hemos quitado lo peor y, tal y como pensaba antes de empezar, la clave está en llegar vivo al 36. Una vez en él, ya está casi todo hecho. El punto es el mismo que el 20, en La Puebla de Albortón, y de nuevo aprovecho para rellenar tranquilamente, poner en orden las cosillas de la mochila y pinchar en el Ipod la música específica que tengo cuando hay que apechugar. Las del directo de Metallica. Quedan 14 Kms y llevo 3h15’ corriendo por los campos.

Contra todo pronóstico, nadie sabe cómo ni porque, las piernas comienzan a correr solas. Mucho mejor ahora que en la salida. Me encuentro exultante. Hombre, algo tendrá que ver que por fin el viento ha dejado de putearnos y, aunque viene de costado, nos empuja. Los kilómetros caen fácil, ahora ya por debajo de 5, y el 40 lo marco tras 3h50’ y tomarme el cuarto gel en el 36. Por cierto, luego os contaré el tema de los geles y lo que se nota comer más en carrera… Bueno señores, estamos en el k40. Quedan 10, voy muy por debajo de las previsiones más optimistas y encima me siento de maravilla. Además, la música en el Ipod me pone a tope. ¿Qué hacemos? Pues qué vamos a hacer, tirar a tope, hasta que reventemos. Y así hasta el 46, por una recta interminable con bastantes toboganes. En alguno hay que bajar el ritmo e incluso andar, pero no pasa nada, estamos muy cerca y Belchite ya se ve allí a lo lejos. Cuando quedan 5 me tomo el último Powergel, nuestra carrera se junta con la corta y mi cuerpo experimenta otra transformación más. No sólo no bajo el ritmo, sino que lo aumento. Creo que es algo que no me había pasado nunca, llegar tan a tope al final que pueda incrementar el ritmo de esa forma, pero estos kilómetros no sólo caen por debajo de 5, caen a 4’30”!!!



Se ve Belchite, se ven las granjas, paso por los olivos, toco cemento, último esfuerzo y por fin aparece la línea de metal. Allí, en el mismo lugar que todos los años, y que cruzo en 4h35’ de carrera tras completar los 50,5 Kms.
Ese tiempo, sumado al de ayer me da la 4ª posición en la Desértica Extrema 2012, opción ultratrail 11k + 50k.


REFLEXIONES POST CARRERA Y ALGUNA COSILLA DE NUTRICIÓN
ESERTICA EXTREMA. REFLEXIONES POST CARRERA Y ALGUNA COSILLA DE NUTRI
Las carreras del fin de semana supusieron una vuelta a los orígenes. A correr por correr, a disfrutar cada kilómetro, a sufrir cuando tocaba pero saboreándolo, a alejarse de la presión de la competición. Retomando lo de hace unos años, participar por el mero hecho de disfrutar y completar un reto que se abre ante nosotros. Y vaya si disfruté. Dejé a un lado la presión de hacerlo bien. Sin esa carga en la mochila, sabiendo que el único objetivo era cruzar la línea de meta, las zapatillas se movían sin esfuerzo y los kilómetros caían uno detrás de otro sin darme cuenta. Comentaba hace unos días Andrés, una mañana de las que salimos a entrenar, que verdaderamente disfrutamos con esto cuando no nos damos cuenta de los kilómetros que hemos corrido o de las horas que llevamos en el camino. El domingo me planté en el k36 de carrera sin saber cómo había llegado hasta allí. Sólo estábamos el monte, la música y yo, nadie más.
Y también, aparte del aspecto motivacional, hay que hablar un poco de los cambios en la alimentación. Porque después de Aínsa tomé realmente conciencia de lo importante que es comer mucho antes y durante la prueba, y que no se puede salir a hacer cincuenta o sesenta kilómetros habiendo desayunado un café. Café, cuatro tostadas y una torta de cabello de ángel fue lo que tomé a las 6. Más tardé, en carrera y aplicando todos los consejos recibidos, aumenté la toma de geles.
Hasta hace dos meses, por ejemplo, completaba un maratón tomando sólo 3 geles. En elEcotrail, en 8h30' de carrera, fueron 3 geles y 2,5 barritas. El resultado era que llegaba a los kilómetros finales fundido, justito para terminar. Eso si no pasaba como en Aínsa, con pajarón total en la mitad del recorrido. A partir del Isostar, y tomando buena nota de los consejos de Jesús Gómez, me mentalicé en cambiar la tendencia, obligándome a comer más y cada menos tiempo. Aunque no tuviera sensación de hambre o cansancio. Y así, el domingo tomé los Powergel en los kilómetros 10k - 20k - 26k - 36k y 45k, además de incorporar sales Isoactive en los avituallamientos, que también llevan carbohidratos. Con todo esto he conseguido llegar al último tramo de carrera en perfectas condiciones, incluso aumentando el ritmo. Porque os aseguro que lo de poder hacer los últimos kilómetros a 4'30 es algo que no había conseguido nunca. Que podría ser porque estaba descansado, porque era el día que tocaba o porque la temperatura era baja. Pero que desde luego la alimentación de antes y durante los 50 kilómetros tuvo mucho que ver, es algo de lo que estoy seguro.

ANALISIS DEL MATERIAL Y RECORRIDO
Este es el material que utilicé en las dos etapas:
ZAPATILLAS The North Face Single Track. Si ya son las habituales y de las que siempre os he hablado maravillas, en esta ocasión todavía más. Son las más adecuadas para este tipo de terreno, casi todo pistero y con caminos poco técnicos. Francamente, no entiendo cómo esta zapatilla no se vende más y se vende tanta Salomon. Una vez más, os animo a probarlas si teneis ocasión. Kilómetros y kilómetros sin sentir nada en los pies.

MOCHILA Salomon Advanced Skin Lab 5. En los avituallamientos sólo teníamos 1,5 lts de agua, y además en la segunda mitad estaban bastante espaciados, por lo que la mochila era la perfecta para la ocasión. Suficiente para los 6 geles, el móvil, una gorra, la bolsita para los desperdicios y el camel lleno con 3/4 de litro, no era necesaria más cantidad. La respuesta de la mochila, como siempre, que no es cuestión de criticar todo lo de Salomon, jejeje. Ya sabeis lo que pienso, que es la mejor mochila que existe para correr. Como si no llevaras nada.

CAMISETA Altus Tahití el sábado y Sport HG Active Plus el domingo. La Altus, para carreras cortas o con alta temperatura. Las HG, el descubrimiento del verano. Ya puedes sudar como un gorrinillo o empaparte de agua para refrescarte, que se mantienen secas al instante. Como hacía fresquete utilicé una compresora interior y otra de manga corta encima. El principal temor, que es que se me quede el estómago frío, con estas prendas ha pasado a la historia.

PANTALÓN Kalenji Comfort. Del Decathlón. Básico, bueno, bonito y barato. No molesta y me encuentro cómodo. Suficiente.

MEDIAS COMPRESORAS Altus GR16. Tenía mis dudas, al punto de que hasta el último momento dudé si ponérmelas. De un tiempo a esta parte creo que es más el efecto placebo que los verdaderos beneficios, pero al final salí con ellas. Acierto, porque esta vez sí note disminuir la sensación de cansancio en las pantorrillas. Creo que se merecen más oportunidades.

CALCETINES  Altus PRLP3. Vuelta a los orígenes. Tras mis "infidelidades" en Aínsa y el Isostar, de nuevo me calcé los de confianza. Como siempre, estrenándolos sábado y domingo. Sin problema de ampollas ni rozaduras ni humedas. Me quedo con ellos otra vez.
GAFAS DE SOL Altus Travis. Lo que le pido a unas gafas, más incluso que el aspecto solar en sí, es que no me caiga el sudor en los ojos. Estas llevan la almohadilla protectora alrededor de los cristales y cumplen esa función. Aparte, los cristales son muy oscuros y protegen muy bien del sol.

COMIDA Y BEBIDA  Powergel e Isoactive. Salí con 6 geles y 1 barrita también por si acaso. Tomé 5 geles en los 10k - 20k - 26k - 36k y 45k. Rellené el camel con las sales a partir del tercer avituallamiento.
COMPLEMENTOS Este fin de semana, más que unca, era hora de utilizar los productos BesT. 30' antes de salir en la primera etapa me apliqué en las piernas el Endurance. Por la tarde en casa me apliqué el primer masaje con Recovery y más tarde, al ir a dormir el segundo. El resultado es que el domingo me levanté sin ninguna sensación de cansancio, a pesar de que me exprimí más de lo que pensaba. Y en la etapa del domingo, de nuevo Endurance media hora antes de salir, experimentando otra vez las sensaciones de menor cansancio y retraso en la fatiga de las piernas. Productos muy recomendables, objetivamente.
Y estos son los recorridos de las dos etapas: