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29 julio 2012

Marathon del Aneto. DNF.


¿Cómo comenzar la crónica de una carrera en la que el desenlace ha sido un abandono? Complicado y difícil de explicar cuando has preparado bien la carrera, has entrenado bien y llegas con la moral muy alta, convencido de que lo vas a hacer bien. Expliquémoslo pues desde el principio.

Primer error: tomar leche en el desayuno. Nunca lo hago antes de una carrera, pero bueno, eran las nueve de la mañana y hasta las 14h no empezábamos a correr. Se supone que tiempo suficiente para haber hecho la digestión. Mal, muy mal. Joder, a veces parecemos nuevos. 

Segundo error: seguramente desayunar unos huevos revueltos con chorizo no sea lo más adecuado. Pero vuelvo a lo de antes, con cinco horas por delante ¿por qué no permitirse meter al cuerpo lo que le apetece? Pues está claro porqué no. 

Tercer error: las camisetas que habitualmente utilizo en competición tienen un pequeño inconveniente, que es que no transpiran del todo, y enseguida se empapan de sudor tardando muchísimo tiempo en secar. Normalmente corro con una camiseta interior compresora debajo, para que me haga de pantalla. El sábado, con la temperatura que teníamos obvié la interior, no la creía necesaria ni por temperatura ni porque tampoco pensaba estar un porrón de horas por el monte.


A pesar de llegar a Benasque casi a las 23h del viernes, dormí perfectamente y descansé muy bien. Ultimamente me he quitado esos nervios precarrera y duermo de un tirón. El desayuno, abundante en previsión de lo que nos esperaba con las dos licencias que os he comentado antes, no me sentó mal de primeras aunque al rato sí no té algo de mala gana. Tampoco le di mayor importancia. Recogida del dorsal, con muy larga espera incluida. Creo que esto es algo que deben corregir. Al igual que el año pasado es algo caótico, largo y estresante. Pienso que debería plantearse realizar la entrega de dorsales a partir del viernes, se adelantaría mucho tiempo y nos ahorraríamos muchos nervios. Colocación de dorsal, vestimenta para la guerra, material encajado en la mochila y a esperar la hora de salir.

Apuramos para entrar al corral. Esta vez no revisan el material y entramos sin esperas. Antonio se queda a mitad de pelotón y yo me coloco por delante, junto con Luis, para salir rápidos y ahorrarnos los tapones del principio. Muy concentrado, me pongo la música en el Ipod a tope y me siento tranquilamente a esperar los diez minutos que faltan para la salida. Ya en pie, justo un minuto antes de salir, y ajustándome la mochila, me quedo en la mano con el cordón que sujeta uno de los tirantes de la Salomon. La bolsa de descompensa y aguanta todo el peso sobre el hombro izquierdo y los ajustes delanteros. No he salido todavía y ya empezamos mal. Intento olvidarlo, resulta incómodo pero tampoco es algo que vaya a impedir correr. Sólo es cuestión de acostumbrarse a la descompensación del peso…

Cohete de salida, el grupo se estira y abandonamos Benasque en el pelotón delantero. Me junto con Luis y poco a poco vamos escalando posiciones por el camino paralelo a la carretera hasta llegar al tramo de pista que sube a la presa dentro de, calculo, las veinticinco primeras unidades. Los kilómetros caen rápidos, a 5’ aprox. Quizás demasiado rápido, pero me siento muy bien. La carrera me la había planteado para salir a tope desde el principio, sin guardarme nada, y así lo estoy haciendo. Pico en el primer CP, k6, suave descenso hasta el camping con el público animando como el año pasado y sigo adelantando corredores. Una pequeña duda en un cruce y la pista ahora empieza a picar hacia arriba dirección Baños de Benasque. Me tomo el primer gel para coger con fuerzas el primer tramo de piedra suelta, que salvo sin dificultad y llego al tramo de carretera que sube a Baños y al CP2.



Aquí las cosas comienza a funcionar mal. Noto frío y malestar en la tripa. La camiseta la llevo empapada, me toco el estómago y está helado. Mala gana y tengo que parar a vomitar. Fatal. Echo el desayuno entero prácticamente sin digerir. Parece que noto algo de mejoría y sigo para arriba, llegando al CP2 k10,5 más o menos entero en 1h08’, pero con la tripa dura e hinchada. Pedrera hacia arriba, china chana las piernas van bien pero el estómago no. Tramo de sendero con raíces entre bosques donde paro a vomitar dos veces más. La segunda sólo arcadas porque ya no me debe quedar nada dentro. Para colmo de males, antes de bajar hacia los Llanos del Hospital tengo que volver a parar pero no a vomitar, sino a lo “otro” con bastante descomposición. A la vez, empiezan los sudores fríos. Empiezo a barajar la idea de quedarme en el CP3, pero en el descenso me recupero algo. Me animo a mi mismo a seguir. Intento convencerme de transformar este día en un entrenamiento de sufrimiento, de acostumbrar al cuerpo al límite para cuando vengan mal dadas, y en esas sigo cuando pico la pulsera en el CP3. Es el kilómetro 14 y llevo 1h39’ de carrera.

Lo más curioso de todo es que, a pesar de todas las penalidades, el año pasado aquí mismo sólo llevaba un minuto menos. Creo que por los Llanos me puedo recuperar. Tomo el segundo Powergel e intento poner un trote, que solo puedo mantener unos cientos de metros hasta que de nuevo tengo que parar a vomitar. Miro hacia delante, hacia el camino a la Picada. Y miro hacia atrás, hacia el control que he dejado quinientos metros a lo lejos. Y de nuevo tiro hacia delante. Por aquí esta Ramón, fotito de rigor y ánimos. Llego al último punto donde coger agua antes de afrontar el ascenso final. Baja helada y me sabe a gloria. No sé si me bebo casi un litro de trago. 10’de reloj parado, refrescándome. Bueno, parece que otra vez la cosa mejora. ¿Qué hacemos? Pues seguir, por cojones. Venga, hacia arriba, que me acuerdo del año pasado que antes de las zetas hay dos kilómetros de llaneo por el valle.



Pero no, tampoco. Ya no vomito, pero la tripa sigue fría y empiezo a marearme. Obviamente, ya no puedo ni correr. Ando, me paro, ando, paro, respiro hondo, paro… así hasta justo la base del puerto de la Picada. Llego me paro,miro hacia arriba y pienso si seguir o no… Y venga, empiezo el ascenso, que sólo aguanto doscientos metros. Sudo bastante y tengo bastante frío. Luego me comentaría Antonio que cuando me crucé con él tenía la cara completamente blanca. Y aquí, después de 19 Kms y 2h38’ desde que se dio la salida en Benasque, me quitó el dorsal 748 del pantalón. Lo doblo, lo guardo en el bolsillo y empiezo el camino de regreso hasta el CP3, donde certifico mi abandono.

15 julio 2012

Isostar Desert Marathon 47k


Hay días en los que te despiertas, te desperezas, te levantas de la cama y tu cabeza te dice que algo va a pasar. Has descansado bien, estás tranquilo, desayunas fuerte, todo esta en orden, y tu cabeza sigue diciendo que hoy puede ser uno de esos días en que las cosas salen bien. Llegas a la salida, recoges los dorsales, preparas el equipo y cada minuto que pasa estás más motivado. Te colocas en la zona de salida y sólo quieres empezar. Se da el pistoletazo de salida y corres como si no hubiera mañana. Avanzan los kilómetros y todas esas sensaciones positivas no sólo no disminuyen sino que aumentan. Y piensas que sí, que definitivamente hoy será un gran día.


El IDM no estaba previsto en mi calendario. Participar fue una decisión impulsiva y de última hora, tomada tras el fiasco de Zegama y la mala carrera que salió en Aínsa. Necesitaba algo que me quitara el mal sabor de boca, y la elegida era la prueba de No Limit. Cercanía a casa, distancia asequible, tipo de terreno que se me adaptaba perfectamente y quince días para prepararla. El día adecuada para quitarme la espina clavada.


Para aumentar al máximo el tiempo de descanso, paso la noche anterior en Peñalba, a escasos 10’ de la salida, para madrugar lo menos posible y corregir uno de los errores de las últimas veces.  A pesar de ello, toca diana a las 6:00 AM, y es que la salida de la carrera es a las 9:00. Hay que desayunar, recoger dorsales, preparar material y tenerlo todo listo media hora  antes de la salida para pasar el control, algo que hacemos tanto Juan como yo sin novedad. Las 1500 calorías la complemento con cereales, a sabiendas de que no los consumiré, y con algunas gominolas. Bien cenado y muy bien desayunado (con el superpastel de chocolate ese que dice Juan que toma Kilian), en la mochila llevo para consumir 5 Powergel y 2 Powerbar, y mentalizado de comer mucho más que las últimas veces. Desde el principio y a menudo, sin que llegue la sensación de hambre. Además, 1,5 litros de agua con sales Isoactive permanentemente en el camel. También por vez primera en competición, utilizo los productos Bes-T y me embadurno las piernas con el Endurance. Juanma dice que se corre más. Veremos... Estreno también la camiseta Sport HG roja con active plus carbón.

Busco un lugar en mitad del pelotón de 300 participantes para coger un ritmo cómodo. Salida puntual, con cohete, y empezamos la lucha. Esta vez me había planteado la carrera de una forma distinta. Iba a salir a tope desde el principio, y tirar a saco hasta que el cuerpo aguantara, fueran diez, veinte o treinta kilómetros… También con el Ipod y la selección kañera desde el principio. Y así lo hago de tal forma que entre que voy rápido y que en cabeza nadie marca un ritmo rápido, me encuentro a los quinientos metros en el quinteto de cabeza, que más tarde se convierte en un trío y en que encima marco yo el ritmo. Vaya, jamás había ido en cabeza de una carrera y no deja de ser una sensación curiosa, distinta para los que nunca nos vemos en estas situaciones. Pero una cosa es que quiera ir a tope y otra muy distinta que pueda mantener ese ritmo durante 46k. El k5 lo pico en 22’, momento en el que decido bajar un poco el pistón. Me pasan tres y me quedo en un cuarto puesto que no abandonaré durante muchos kilómetros. El recorrido es muy variado, alternando las zonas de pista con auténticas emboscadas de piedra suelta en las que casi es imposible encontrar un apoyo decente. Justo al paso por el 10 (46’04) me tomo el primer gel. Sigo con buenas sensaciones rumbo al CP1, al que accedemos tras un tramo por monte abierto y un corto pero divertido descenso. Es el k12 y el Garmin me marca 58’. Parece que la cosa va bien. Me siento muy animado y con fuerzas. Esta mañana había dicho al levantarme que sería un gran día y lleva camino de ser cierto.



Salgo del CP tranquilo, echando un vistacillo al road book, avanzando por terreno complicadillo y roto por las tormentas con tramos difíciles hasta llegar a una inmensa pista de más de 3 kilómetros que se hace interminable. Noto una leve bajada de fuerzas y automáticamente hecho mano al segundo gel. Un poco pronto, k18, pero me lo pide el cuerpo. Me sienta de maravillo y de nuevo cojo velocidad de crucero rumbo al CP2. Se estira un poco más lejos de lo que creía, hasta el 26, pero  a pesar de eso este tiempo entre controles se me ha pasado volando. Qué rápidos pasan los kilómetros cuando las piernas responden. Pico en 2h07, me cantan la sexta posición, cojo una silla y me tomo mi tiempo. Recarga de sales en el camel, uno poquito de descanso, otro poquito de sombra, ducha con el agua sobrante y al camino de nuevo. A partir de este punto alcanzamos a algunos de los participantes en la carrera de 100k, que salieron a las 12 de la mañana del día anterior. Llevan en sus piernas 24 horas de carrera y procuro darles ánimos cuando les adelanto. Aunque el calor nos está respetando, se nota la temperatura y el ritmo deja de ser tan alegre, aunque no decae. El últipo CP está en el k39. Cuando llegue a él, en principio, quedará poquito. En principio porque el recorrido es secreto y no sabemos lo que no espera. Al cambiar de dirección, el viento pasa a darnos de cara, lo que hace más difícil el avance. El k30, donde tomo el tercer Powergel, lo paso justo en 2h30’. Allá, a lo lejos, se ve el CP, parece que cerca pero a nada menos que nueve kilómetros de distancia. Se me hace larguísimo este tramo. Es el momento más difícil de la carrera. Es hora de apretar los dientes y subir la música al máximo para dejar atrás los kilómetros entre cantos rodados, piedras sueltas y charcas con agua ponzoñosa.



Por fin, después de un largo e interminable camino en ligero descenso pero en muy mal estado paso la tarjeta por el control del CP3. 39 Kms en mis piernas y 3h20’ de carrera. No paro mucho, quedan ya sólo por delante 7, no más de 45’ pienso. Busco los cortes de Metallica y salgo a darlo todo en lo que queda. Pero claro, si me esperaba que iba a ser fácil no podía estar más equivocado. Son solo siete kilómetros, pero sin duda los más duros de todo el recorrido. No sólo porque ya llevamos unos cuantos en la mochila, sino también por el tipo de terreno. Los tres primeros, por pista en ascenso y más tarde llana los solvento con facilidad, a 5’, animado por ver que va quedando poco pero en el momento que dejamos a un lado el camino el tema de complica bastante. Se veían cerquita las carpas de meta, pero era un espejismo. Demasiado fácil, y nos desviamos por zonas de campo abierto. Unas veces sin siquiera camino marcado y otras con camino pero francamente difícil. El cuerpo ya no responde como antes y se me hace complicado avanzar a paso firme. Los kilómetros los paso ahora en 6’. Para colmo, los datos del GPS ya me aventuran que no saldrán 46 Kms de ninguna manera, hay más recorrido por delante. Monte, senda, piedra, pequeños muros de un metro que tenemos que salvar... Terreno difícil de correr hasta que por fin salimos de nuevo a la pista que desembocará en meta, no sin antes salvar un ascenso muy puto. Y cuando ya creo que estoy, tampoco. Otra bajada, un paso subterráneo, otra subida que me parece un muro y por fin el perímetro del Monegros para cruzar la línea de meta en 4h19’ y 9ª posición tras cubrir los 47,5 Kms que han sido al final.
No sé si ha sido la mejor carrera de nunca, pero sí la que me ha dejado más satisfecho. He salido con muchas ganas de quitarme la espina y lo he conseguido.

REFLEXIONES Y ANÁLISIS DE CARRERA Y DEL MATERIAL UTILIZADO
El lunes siguiente al Ultra Trail Sobrarbe os comentaba mi teoría acerca de que yo pienso que hay quienes estamos más dotados para un tipo de carreras, y hay quienes lo están para otras. Después de los 47 Kms del Isostar Desert, me reafirmo en ello.
Creo que por mucho que entrenemos, que metamos horas, que suframos, siempre nos encontraremos más cómodos en un terreno determinado. Es algo que va con nuestras cualidades. Para unos serán los desniveles brutales, los ascensos interminables, las bajadas técnicas. Para otros son los días calurosos, los caminos pedregosos, las rectas interminables que se pierden en el horizonte. ¿Mejores? ¿Peores? Simplemente distintos. De una forma u otra nos tenemos que adaptar al medio. Sufrir más cuando el terreno no nos gusta y apretar o que da de sí el cuerpo cuando nos adaptamos al medio. Si cuando una carrera sale mal toca analizar las causas, si el resultado es positivo también es hora de buscar el porqué. En ambos casos el resultado es la suma de muchos factores. La distancia, el recorrido, el tipo de terreno, el desnivel de la IDM que se adaptaba al 100% a mi, aprender de los últimos errores cometidos… Un cúmulo de circunstancias que se juntaron el domingo.

La primera de todas, el extra de motivación que tenía. Tras los bajones de Zegama y Aínsa (por una u otra causa) llegaba con unas ganas salvajes, deseando olvidar esos malos pensamientos. Eso es lo que hizo que, sin querer, me colocara en el grupo de cabeza. A ver, no nos engañemos, es algo que no me corresponde. A veces pasa y hay que aprovecharlo, pero no es la norma. Otro factor importante, el descanso. La noche del viernes dormí doce horas y para apurar, el sábado dormí en Peñalba para no madrugar. El resultado es que llegué a la línea de salida al 100% de energía. Más cosas, la comida. Olvidé los malos hábitos. Cené abundantemente, desayuné como un cerdito y durante la prueba tomé más geles que de costumbre y cada menos tiempo. Eso me dio gasolina hasta casi el kilómetro 43, sufriendo solamente los cuatro últimos que, esos sí, se hicieron largos. La táctica que habría preparado también funcionó. Bueno, más que táctica, era salir al máximo hasta que el cuerpo aguantara, casi como pollo sin cabeza. No lo había hecho nunca y oye, pues había que probar. Hubo suerte, y cuando los síntomas de cansancio aparecieron, tenía una posición cómoda que pude mantener puesto que las distancias eran bastante grandes.
Y para terminar, pero seguramente el más importante, es aspecto sicológico. Ves que las cosas salen bien, que el cuerpo responde, que puedes seguir a buen ritmo, que la gente no viene por detrás, que no tienes problemas ni de motivación ni físicos… todo eso te da alas para avanzar.

Bueno, y éste es el material que utilicé en carrera:
ZAPATILLAS The North Face Single Track. Pues eso, las de siempre. Nada nuevo que contar sobre ellas que no haya dicho ya antes. Las sigo recomendando y las seguiré comprando mientras no las descataloguen. Hay quien dice que le parecen demasiado blanditas. A mi precisamente es lo que más me gusta de ellas.

MOCHILA Salomon Advanced Skin Lab 5. Pues esta vez vino un poco justa. No por las necesidades de la carrera en sí, sino porque creo que la Organización se pasaba con el material obligatorio. Especialmente la botellita de 0,5 lts de agua que era obligatorio llevar para emergencias y las 1.500 calorías. En mi opinión, ambas cosas excesivas. Sobre todo el agua era difícil de encajar, más todavía cuando ya llevas el camel con 1,5 lts.

CAMISETA Sport HG Active Plus. La testaba aquí y me dejó supersatisfecho. Lo mejor de todo, que se mantuvo seca durante la totalidad de la carrera. Ni rastro de sudor por ninguna parte y secado rapidísimo tras las duchas de agua en los CPs. Una buena elección que seguro repetiré más veces.

PANTALÓN Kalenji Comfort. De nuevo el de siempre. Básico, cumple su función y no molesta. Suficiente.

MEDIAS COMPRESORAS Altus GR16. Bien de nuevo. Quizás algo gordas para su utilización en pleno verano, pero no resultan incómodas. Otro fijo de las carreras.

CALCETINES  Injinji Perfomance Original. No me hago a ellos. Ya sé que todo el mundo habla maravillas, pero no termino de acostumbrarme a los calcetines con dedos. Tampoco puedo hablar mal, simplemente no me adapto a la sensación de llevar tela entre los deditos. Seguiremos intentándolo.

COMIDA  Powergel y Powerbar . Salí con 5 geles y 2 barritas, uno más de cada que lo habitual y tomé los 4 geles. De ellos, sólo el segundo me lo pedía el cuerpo porque amenazaba bajón. El resto, cada 10k. Los asimilé perfectamente y no noté ningún bajón como, por ejemplo, en Aínsa.
COMPLEMENTOS Los había probado en entrenamientos, pero no antes de una carrera. 30' antes de salir me apliqué en las piernas el Endurance. Me pareció que sí hacía efecto. Tardé mucho más de lo habitual en sentir el cansancio en las piernas y el dolor muscular. Tras el esfuerzo, me apliqué el Recovery. Este ya lo conocía más en profundidad de los entrenamientos. Un masaje tras el esfuerzo acelera la recuperación.  
Este es el track del Isostar